Está la actualidad tan revuelta, en plan vomito asqueroso, aliento pestilente, olor a meado de bar, pies con uñas negruzcas y pelotillas, mocos colganderos...(esto es lo que mi mente evoca cada vez que Carlos Flor y ano, Cospinochedal, Rajoyman me hablan desde la pantalla de plasma) que hoy voy a ser generosa, pasar de ellos, porque me importa CERO lo que digan mientras sigan queriendo llamarme GILIPOLLAS (si me dicen gilipollas usaré el argumento político con olor a queso podrido: Y TÚ MÁS), y voy a escribir algo divertente.
O eso espero.
Una noche de verano la pasamos en una terracita de Perripueblo, cosa rara porque en Perripueblo el verano suele ser fresco...bueno pues estábamos en una terracita y nos dio por contar momentos de vergüenza personal, momentos ridículos que habíamos vivido y ya de paso echarnos unas risas entre todos.
El mío se titula: GIMNASIA A TOPE.
En viviendo en Madrid me apunté a un gimnasio que pusieron cerquita de casa. Era un gimnasio de esos grandes, chulis con DETODO, cristaleras enormes, teles delante de las cintas de correr, sala de multi actividades: pilates, bodypump, aerobic, pimpampumjump, petecan pump, grasasoutdoorya...en fin, que hacían de tó. Y todo incluido en la cuota. Que era cara.
Yo en el gimnasio |
Yo en el gimnasio, como un pulpo en un garaje. De verdad, no es mi sitio. No lo es.
Me siento rara, perdida, troll...me siento Troll, sí, los de moco colgando y persigue gnomos.
Hay chicas, mujeres, que están en el gimnasio y van perfectas. Estiradas, limpias, peinadas, maquilladas, guapas, rubiasdebote, siliconTeta... están en su entorno natural. Algunas incluso se permiten el lujo de apuntarse al Gimnasio para ligar!! ¡y oye! que es que encima ligan. En el baño hay tías que se duchan, se echan cremas de esas que huelen fenomenal, se secan el pelo y salen perfectas y con un glamour que para qué. Que les ves poniéndose la braga y parece que están rodando un anuncio de Gimnasios Lapava, recupera tu yo.
Yo en las duchas/aseo del gimnasio soy de todo menos mujer. Soy pato mareado: o me dejo la toalla de cuerpo fuera, o me dejo la de la cabeza y salgo con la melena chorreando y calándome entera, o me resbalo con las chanclas, o al final piso el suelo mojado con los calcetines puestos. Soy belleza del paleolítico medio: me seco el pelo y parezco Georgie Dann disfrazado del Puma. Y desde luego ni me doy cremas, ni me pongo ropa interior de encaje, ni me quedo allí sentada hablando por mi IPhone. No, yo allí me siento Paco Martínez Soria en Madrid.
Georgie Dann |
El Puma |
Pues aún siendo una tortura para mí este mundo deportivoCool, me apunté al gimnasio porque algo había que hacer con el cuerpín. Aunque luego iba y solo usaba la cinta andadora, vamos que pagaba 50 euros al mes para irme a ¡andar!, ¡¡encima de una cinta!!....¡Eh! pero veía la tele mientras, sin sonido y Telemadrid, pero la veía.
Una amiga me animaba a que entrase en las clases colectivas, pero yo sabiendo que soy muy negada para el tema "baile" en todas sus versiones, incluida la deportiva, me negaba. Un día me lancé a entrar a aerobic, con ella, y en fin al minuto y medio ya tenía una pierna encima de la cabeza, el culo en el hombro, la nariz en el tobillo, los brazos en las rodillas....quiero decir, que en esa clase no me enteré de nada. Creo que incluso los buenos días los días los dí a destiempo.
Yo, con bigote. |
Otro día me fui a spining (a estas alturas de mi vida recuerdo que yo, en la actualidad, llevo más de 2 años practicando spining), mi segundo intento*, y el monitor se cebó tanto conmigo, sin explicarme nada más que VENGA QUE HAY QUE MOVER EL TRASERO, que acabé hasta los cojones del spining. Vamos que me resultó una tortura chinaJaponesaTailandesaNormandaPeruanaRusa.
Y es que señores de los gimnasios hinchados clembuterolizados, el primer día de gimnasio no es CHULO, ni GUAY, ni DIVERTIDO, es duro, es complejo, es sudor y lágrimas. Es el punto de inflexión entre NO VUELVO en mi vida o PUEDO CONSEGUIRLO. Pero si el primer día que uno va al gimnasio le sacan los higadillos...o eres Clembuteronil Martínez (y quieres músculo al precio que sea) o no vuelves. ¿Pagar para pasarlo mal? Ni hablar. De ahí, al bar de la esquina a tomar cerveza y re-autoafirmarte en que el deporte no es sano no va nada. Téngalo en cuen.
Total que viendo que a mi el esfuerzo físico me sentaba fatal, que la cinta andadora me mareaba (porque además yo allí no corría, andaba), que nadie me explicaba la sala de musculación (esto seguro que era a causa de mi estilo chica-pato, porque las chicas-tetabomba, siempre tenían a alguien explicándoles todo, aunque ellas sabían muy bien cómo funcionaba aquello) y que el aerobic me causaba locura transitoria aguda y ridiculitis A, decidí probar el Pilates.
Primero lo pensaba en casa:
Voy a ir.
Luego lo pensaba en el trabajo:
Hoy voy a pilates.
Luego lo pensaba en la calle:
Tengo que ir a pilates.
Y un día, miré mi horario de gimnasio y ví que la clase empezaba en 20 minutillos así que rauda y veloz me fui. Eran las 2 de la tarde, supuse que no iba a haber muchas personas, cosa que me gusta porque entre multitudes me siento incómoda.
Llegué y como la sala era toda acristalada vi que la gente ya estaba tumbada en el suelo con sus colchonetas empezando a estirar...
- ¡¡vaya para un día que me decido al final llego tarde!! pues nada ya que me he lanzado entro en clase.
Entré, fui corriendo a coger mi colchoneta, busqué un sitio discreto, me tiré al suelo y estiré lo que mandaba el monitor, que fue algo así como:
- Venga ahora estiramos los gemelos...muy bien. ¡Hemos terminado!
[ ¿¿Ya?? pues si que es sencillo esto del pilates, ¡¡¡yujuuuu!!! y de verdad ¿esto da resultado?? que fuerte, ¿no?]
Vale. Me quedé sentada en la colchoneta mirando al monitor con cara de hámster abandonado y le dije...
- ¿Ya se ha acabado?
- ¿a qué clase vienes?
- Pilates
- Esto es la clase anterior, aerobic, pilates empieza ahora.
Miró a la cristalera y allí había un montón de gente mirándome, riendo y esperando a la próxima clase. Había llegado pronto, tan pronto que me colé en los estiramientos de la clase anterior.
Pero pensad, estáis en clase, acabando, y de repente entra una loca, yo, va corriendo a coger una colchoneta, se busca un sitio, se tira al suelo y se pone a estirar, hace un estiramiento y... ¡¡se acabó la clase!!...¡¡RI DÍ CU LO!!
Me quería morir, en serio. Me quedé allí tirada en el suelo. No me moví. Luego hice la clase de pilates y cómo se ve que no había tenido suficiente bochorno según salí, ví que estaban empezando spining (*esto fue antes de lo que os he contado antes), y pensé...pues ya que estoy, voy a hacer spining. Pero amigos....spining conlleva ponerte la bici a tu medida, y yo de eso ni idea tenía, pero al subirme a la bici y ver que no me llegaban los pies a los pedales, pues me bajé y empecé a darle a una manivela. Tanto que el sillín acabó en el suelo ¡¡!!, el señor de la bici de al lado se bajó de la suya para ayudarme y yo allí dando el follón en medio de la música y los gritos del profesor. Al final apareció una monitora del gimnasio, a la que expliqué que era mi primera vez de spining y terminó echándome la bronca porque el primer día hay que ir con tiempo a la clase para que te enteres un poco de como va la cosa. Me colocó el sillín, pero para entonces a mí se me habían pasado las ganas de montar en bici, así que me fui cabizbaja a mi cinta andadora...a hacer penitencia por mi ridículo continuado. La monitora vino a hablar conmigo y tranquilizarme, en plan "no te preocupes que todos hemos hecho el ridículo alguna vez" y yo no paraba de decirle que esa era mi último día de gimnasio.
Ahora voy a un gimnasio muy pequeño, en el que no me ducho, pero donde desde el primer día me dijeron que fuera poquito a poco, cada día un poco más, en el que me explicaron la bici: ese complejo aparato movilizador de michelines, y en el que las mujeres que vamos somos normales, no vamos moviendo pelo al mismo tiempo que hacemos caída de ojos, llevamos camisetas de publicidad y mallas de decathlon. Voy, hago la clase, me echo unas risas y los jueves tomamos café con tarta casera. Y me he dejado de tanta tontería de gimnasios chachis que a mí me sientan muy mal.
Tampoco es para tanto. Me he reído mucho, pero ese momento Perri-hamster abandonado... jo, en mi mente lo he visto y... jo :___
ResponderEliminarJack y yo fuimos una vez a un gimnasio. él sí había ido antes, pero yo.... Y tuve esa sensación de que un super cicling man te habla como si fueses un infaser porque no sabes qué es cada cosa y cómo lo tienes que hacer. Y oye, que una no ha pisado el gimnasio en su vida y necesita un poco de cancha. Pues nada.
Volví, íbamos Jack y yo por nuestra cuenta: bici elíptica, abdominales, algo de musculación... Mejor. Aunque lo mío es más bien el aerobic y eso y en ese gimnasio no me gustaba nada, porque los cristales de la clase eran transparentes y daba bastante asquito.
Creo que voy a contar mi experiencia en la natación en una entrada, porque esto me trae recuerdos agridulces, algunos cercanos, otros lejanos... Ais, me he puesto bucólica, mírame, me falta la taza de té y mirar por la ventana jajajaja
ResponderEliminarAhora me pongo a escribir a ver qué sale.
Dos años aguanté yo en el gym.... lo dejé porque me dolía todo el cuerpo y no podía más... En mi primer día de spinning directamente me caí al suelo del mareo al bajar de la bici, y también tuve compañeras de aerobic de esas ideales de la muerte herederas directas de la Jane Fonda de hace unos años. Que no se pa qué van al gym. Bueno sí, a lucirse...
ResponderEliminarEstoy algo liadilla y tengo los comentarios de los comentarios olvidados...pero os leo y os agradezco que sigías pasando por aquí y dejándome un mensajito.
ResponderEliminarA lucirse...esa es la palabra. En mi gimnasio como no hay más hombre que el monitor y el marido de alguna chica, nos quitamos el peso de encima del lucimiento y vamos, básicamente, por la tarta casera y el café de los jueves...jejejejeje...
Es la primera vez que comento, pero me he visto tan identificada con tu buenísima entrada, con la que casi me meo de la risa, que he querido dejar constancia de ello.
ResponderEliminarAna
Muchas gracias Ana.
EliminarAlguien debería plantearse montar un gimnasio para personas a las que no nos gusta el gimnasio...igual tenían éxito.
Yo como tú empecé en un gimnasio de esos, con la suerte de que conocía a uno de los monitores, bueno conocido de que era amigo de un amigo y coincidíamos en cumpleaños y de fiesta a veces. Luego los monitores siempre estaban atentos con todo el mundo no solo con las rubias teticuelleras (jolin es que algunas usan unos sujetadores pal gimnasio que si me descuido se las ponen de hombreras!). Hasta que un día tras un mes de descanso en navidad...volví pagué la cuota y al ver a una de las pijas que me hizo un scaner me dije "menuda mierda como odio esto..." y aguanté un par de meses más, luego ya me puse a correr y pasé del gim, más tarde encontré uno cutrillo pero donde la gente que te mira es porque te está hablando no es para escanearte con cara de asco porque no llevas la ropa combinada con el color de las uñas.
ResponderEliminarEs que hay una fauna de gimnasio muy característica...Por suerte, en mi blog, no he topado con ella. Jejejeje...
Eliminarjajajajajaja me he reído muchísimo con este post, felicidades por tu sentido del humor.
ResponderEliminarQue me gusta a mí cuando os hago reír!!!! Gracias!!!!!
EliminarxDDDDDD Ains qué risa!
ResponderEliminarFíjate, que sólo fui un mes al gimnasio con 13 años y me he sentido identificada con muchas cosas xD
Yo hice aquagim, aerobic y un día spinning (por poco me muero, no podía más xDDDD estaba lleno de gente super preparada).
Lo que me gustaba era ir a la piscina a hacer el gamba y ya, sin nadie más xD Era muy pequeña pero bueno, algo se podía nadar.
Ah bueno y nos metíamos en la sauna también jajaja Iba con una amiga y a pesar de que éramos unas crías, madre mía la gente xD Lo que cuentas en la entrada vamos.
A mí es que no me gusta ir, me siento muy a disgusto. Eso y que soy muy perezosa y como dije hace poco (no recuerdo dónde) no me apetece y no tengo fuerza de voluntad, el día que tenga... iré
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