Memoria de chorlito

Me resulta muy frustrante el hecho de aprender cosas y luego olvidarlas por completo. Como si jamás hubieran estado en mi mente, como si nunca hubieran formado parte de mi pensamiento, mi trabajo y mi esfuerzo.
El curso 2010-11, recién hecha mi primera oposición me matriculé, gracias a una beca que ya no existe NIDECOÑA, en un máster. En mi empeño por mejorar mi formación como futura profesora de lengua y literatura me matriculé en Literatura comparada europea. Cuando lo solicité no sabía muy bien que iba a encontrarme en ese máster y debo reconocer que excepto alguna asignatura que se nos impartió a modo de clase rollo, rollo, rollo...(profesor sentado en mesa, profesor sentado en mesa lee sus propios apuntes, alumnos copiamos o escuchamos, y ya) el resto, a mí, me resultó bastante interesante y productivo.
En aquel momento tuve que hacer muchos trabajos, aprendí muchas cosas que no sabía, amplié otras, entendí otras tantas y fue un lujo asistir a varias clases máster con profesores de esos genios.
Me curré un trabajo de fin de máster que me calificaron con la máxima nota. Cosa que me animó muchísimo y me dio un subidón, porque el primer día que entré en una clase del máster no sabía de qué leches hablaba allí la gente. Recuerdo a un alumno licenciado en filosofía...que era verle y yo pensaba cómo era posible qué él y yo estuviésemos en ese sitio, alguno se había equivocado de lugar. (También aprendí que lo importante es tener ganas de saber, de aprender más)

Últimamente estoy releyendo algunos de esos trabajos que hice para el máster y miro los apuntes por si me sirvieran para ampliar los temas de la oposición. Acabo de mirar uno sobre el postmodernismo del que recuerdo al profesor, recuerdo el primer día de clase que el profesor, americano, hablaba en inglés y yo toflipá hacía como me enteraba de tó y no entendía ná, recuerdo que los apuntes nos los daba en inglés y en español, y las series de televisión que ponía en clase: en inglés. Y recuerdo que hablamos de un tipo y de una mujer que ya no se muy bien qué representaban. Total que mi recuerdo es muy vago. Apenas podría escribir 3 líneas del postmodernismo ahora mismo.
 Entonces analicé una película desde esa perspectiva, con alusiones a las teorías de los estudiosos, con datos, contrastando puntos de vista...Recuerdo que los nombres de los dos principales teóricos, que estudiamos en clase, estuvieron en mi mente y los tenía muy presentes. 
Acabo de echar un vistazo al trabajo, los nombres no me suenan a nada, son otra vez nuevos para mí. 
Me da rabia...¿por qué esos conocimientos no se han quedado pegados en mi cerebro cual lapa y sin embargo podría decir casi al completo los jugadores del Madrid y del Barça si no veo, gusta, entiendo, interesa el fútbol? 
¿POR QUÉ? 


Mientras yo estudio, Oli me provoca.
¡Qué morro tienen algunas!

Perspectivas

El 16 de marzo me invitaron a una boda, la boda era el 11 de abril. 
El 18 de abril me invitaron a otra, para el 30 de mayo. 
En menos de un mes me invitaron a dos bodas, inminentes, una con novia embarazada  de por medio. ¡¡Jander!! son las bodas de los 40 y tantos. La  novia de abril ya ha cumplido los 43 y la de mayo está a punto de llegar a los 42. Son primeras bodas.  

En esto de las bodas hay como booms. Nunca vienen solas. Yo pensaba que a mí se me había acabado ya la temporada bodil en mi vida. Mis amigas se casaron a edades "normales" y todas seguidas, por supuesto. Entonces no nos libramos durante unos 3 años de boda cada año y algunos años hasta dos. Pero de repente...llegan las bodas de las tardías entre las que me incluyo, claro. 

Me he dado cuenta del efecto que causó a la gente mi boda cuando he sido invitada a éstas dos. En uno de los casos la pareja lleva ya mucho tiempo de convivencia, con lo que la boda no deja de ser una fiesta, una renión, una manera de celebrar que quieren seguir juntos. No implica ningún cambio en sus vidas, después de la boda su vida será la misma, exactamente igual que en los últimos años. Así fue en mi caso. Y por eso yo mi boda es que no me la tomé en serio. Quiero decir que yo cuando decidí casarme no pensé que a nadie aquello le pareciera nada extraordinario, nada guay...nada especial. Por la edad, por las circunstancias, no se. Ha sido ahora, cuando lo he visto desde fuera, cuando me he dado cuenta del efecto que una boda provoca en los demás. Es como si las personas que se casan fueran a hacer algo muy serio, que lo es (no seré yo quién frivolice con el matrimonio), no he tenido la sensación de pensar, como fue en mi propio caso, bueno, vale se casan, pues una fiesta más, porque total su vida va a ser la misma. No se. Me ha hecho ilusión, me ha parecido algo extraordinario escuchar que mis dos amigas se casan con sus chicos. 

Por desgracia mi enclaustramiento de las oposiciones me impide acudir a este tipo de eventos y me da mucha rabia, porque sobre todo en uno de los casos, el más imposible de ir, me habría encantado estar. 
Encima han sido dos bodas nada convencionales, fuera rollos innecesarios, desenfadadas, alegres, en fin, como se hacen las cosas ahora y con la experiencia que  nos dan los años y la certeza de saber exactamente qué es lo qué hacemos y por qué lo hacemos (me refiero al evento en sí, a no tomarlo más allá de un día especial y entrañable).

Echo de menos mi vida de hace un año... Preparar una Boda es prepararte para la alegría, para el buen rollo, para ser feliz. Preparar una oposición es una agonía hacia un lugar incierto que puede tornarse en infierno. 

(...) escribo con la voluntad de atrapar algo de este presente

Yo soy solo una parte, mínima de lo que aparece reflejado en el blog. Llevar un blog al margen de la vida real implica, en mi caso, que haya muchos temas a los que doy mucha importancia en mi vida no virtual que aquí apenas aparezcan. 
Por ejemplo, mi pueblo. Mis raíces. Apenas lo nombro por aquí más que para decir cuándo voy allí o cuándo ocurre algo extraordinario como fue la boda. Pero poco más. En mi vida virtual, y lo hago sin querer, es algo que me sale. Nada más conocerme soy muy reservada con mis cosas pero no pasará del primer día que yo le diga a alguien de dónde soy. Lo digo ¡siempre! y desde siempre. Nadie que me conozca personalmente se libra de conocer el lugar, las gentes, los amigos, lo que hago allí...De hecho tengo amigos que cuando han ido al pueblo casi  han tenido la sensación de haber estado antes. Y es algo que transmito. Mi marido desde el principio de estar conmigo es igualito que yo con mi pueblo. Enseguida lo saca a colación. 
Y no es que mi pueblo sea nada especial así en general. Pero creo que yo jamás he tenido la sensación de haberme ido de allí, es más, mi lugar es aquel, todo el tiempo que paso fuera es tiempo que estoy fuera de mi pueblo y no al revés. No vuelvo allí de vacaciones, vuelvo a mi casa, mi casa es aquella. No lo fue Madrid, no lo es Murcia. Mi lugar está allí. Pero no sé si sería capaz de vivir al revés. Curioso. 

Mis amigas. Bufff...mis amigas. Las del pueblo. Las Pedorras, sí, así nos llamamos a nosotras mismas. Mis amigas son otro pilar de mi vida. Somos pandilla desde la adolescencia, a los 16 años ya éramos las mismas que somos hoy. Así que hemos pasado casi de todo juntas. Muchas, muchas cosas. Buenas y malas, aunque por suerte las malas se quedan en el terreno de los amoríos locos, de las traiciones amorosas y cosas por el estilo que si bien hicieron daño creo que no merece la pena arrastrar. Mis amigas...unos días las adoro, otros las mataría, otros  no creo que haya ningunas amigas mejores y a veces pienso que no hay por dónde cogerlas. No somos una pandilla super pegajosa, en general somos bastante independientes, pero si nos tenemos que organizar para algo tardamos medio minuto y nos sobran tres. Ahora mismo tengo colgadas en mi pared 3 cosas, foto incluida, que me recuerda a ellas. Son importantes, no nos vemos muy a menudo, no. Aunque estemos cerca, ¡qué va! si cuadra bien o si hacemos que cuadre, pero a veces pasamos de todo. Algunas viven cerca, en la misma ciudad y pueden verse más. En el pueblo solo está una. Otra en Barcelona, Murcia, Valladolid, Madrid...andamos desperdigadas, pero hay un lazo que nos une. Yo suelo hacerles chorradas varias: videos, chapas, detallitos por los cumples de cada una. Me gusta cuidarlas, además, son un público muy agradecido, siempre les gusta todo lo que hago. Pero ya digo, que no somos perfectas. Tenemos, todas, nuestros puntos insoportables que supongo llevamos bien porque lo llevamos entre todas y porque los cimientos de nuestra amistad son buenos. 
En el camino han quedado algunas de las pedorras, pero eso es demasiado largo para contarlo ahora. Y además una pena. 

Hago muchas, muchas cosas en mi día a día real que jamás cuento aquí. La mayor parte de las cosas buenas, las que me dan vida no suelo contarlas. Me da mucha pereza escribir sobre las cosas buenas y también sobre las muy malas. Debe de ser que escribo a demanda. Ahora me llega un tema a la cabeza, escribo y adiós. O lo escribo, pero no lo publico. No sé si es censura o sentido de la vergüenza el pensar que a nadie le van a interesar 30 entradas sobre mi boda. Por ejemplo. 
Esta Semana Santa ha sido especial, he ido al pueblo, he estado con algunas de mis amigas, hemos hecho senderismo-montañero, catas de vino, comilonas en pandilla, nos hemos reído de lo lindo e incluso hemos estado una noche de fiesta, bailando como a los 20 y hasta las 6 de la mañana.

Aquí paso a ratos. En twitter, casi nada, ratos muertos. Mientras desayuno escucho la radio, no escucho música, no soy muy de escuchar música. Mientras hago la cama pongo la tele y me dejo llevar por las gilipolleces que a veces se dicen y le doy al twitter, pero esa tampoco soy yo. Después de comer descanso un poco y a veces leo otros blogs desde el móvil, a veces me duermo, a veces miro las redes sociales y aprovecho a poner algo. 

No sé si a partir de ahora escribiré más sobre mi vida, mí día a día o no. Si lo hago desde luego, será para mí, eso sí que será para mi recuerdo...Esperad, esto lo dijo Elvira Lindo mucho mejor que yo y lo tengo por ahí, en alguna entrada borrador de esas que a veces escribo:

Estas páginas, por ejemplo, caerán en manos de esos lectores caprichosos a los que de vez en cuando les gusta leer aventuras escritas a vuela pluma, sin principio ni fin, como la vida misma, pero he de confesar que el secreto de esta crónica es que está escrita para mí, para esa persona que yo seré en un futuro; escribo con la voluntad de atrapar algo de este presente que según escribo ya se me va escapando de las manos. 
                             (Lugares que no quiero compartir con nadie. Elvira Lindo)


No, yo solo soy una parte, una punta de un iceberg, es posible que en mi vida real, en conjunto, sea muy distinta a la imagen que doy por aquí, que por otra parte lo que escribo es sincero y creo que incluso insinúa bien cómo es mi forma de ser. Pero aquí falta mucho de mí. 

(Iba a guardar esta entrada en el cajón de borrador, porque no se cómo titularla...pero escribirla me ha hecho perder tiempo que debería estar dedicando a estudiar, mi cargo de conciencia me obliga a publicarla).