Apatía

Este blog se merece algo más que un abandono lento, que dejar que le vaya creciendo la hierba sin que yo me digne a cortársela. Este blog no puede convertirse en otro de mis armarios dónde se acumula la ropa de todas las temporadas junto con ropa que ya no me quiero poner y ropa que no soy capaz de tirar pero que simplemente verla me causa una especie de repugnancia por mi mal gusto o mi falta total de estilo a la hora de comprarme prendas de vestir. 
Este blog no merece que haya pasado por su tercer año, o cuarto, no lo recuerdo, de puntillas, sin celebrarlo. Sin mencionarlo. No se merece un año nuevo sin propósitos, no se merece un viaje a New York sin publicarse, no se merece mi apatía, ni mi desgana, ni mi ira, ni mi desapego de todo lo que empiezo y un día me da pereza de la muerte. 

No se lo merece, pero de momento es lo que está teniendo y siendo. 

Lo se, tengo que seguir adelante, pero no quiero despedirme de 2014. Tengo una especie de profunda depresión, no soy capaz de verle nada bueno al año 2015. No quiero avanzar, me quiero quedar allí, en verano, en septiembre o en noviembre de 2014. Es inútil, lo malo pasa, por suerte. Lo bueno también...Pero yo no lo he aceptado, tan mal lo llevo que no soy ni capaz de escribir acerca de esos días tan felices. La dicha es tan grande que no tengo palabras para expresarme y escribir sólo me ha ce sentirme agobiada. Al contrario de la liberación que sienten algunos, escribir me estresa, recordar y sentir esa felicidad y no poder transmitirla me agota. 

No me apetece hacer lo que estoy haciendo. No tengo ganas de prepararme una oposición, estoy desengañada de todo, desmotivada en demasía. El trabajo, esta vez, está siendo muy pesado. Demasiados contenidos nuevos para mí, demasiados frentes a los que ni con 8 horas de estudio diario soy capaz de abarcar. 120 euros al mes invertidos en una academia, para que en junio mi meta sea la de suspender el primer examen y quedarme sin opción a nada, se hacen una carga muy pesada. Es mucho dinero para tirarlo por la ventana. No, no me servirá de nada. Preparar una oposición solo sirve para preparar una oposición, la enseñanza en clase no es tan ideal como mis unidades didácticas, ni tan extensa como el temario que tengo que memorizar, ni  tan encorsetada...
O sí lo es...¡yo qué se! al fin y al cabo nada se de este mundo. 

¡Ay 2014...cómo te echo de menos! Fuiste un locus amoenus en mi vida...


New York. EL primer día.

El primer día me fui a dormir con un sentimiento agridulce. Me faltaba algo y no se explicar el qué. Con el paso de los días he llegado a la conclusión de que no era otra cosa más que cansancio, la sensación de rarunez, extrañamiento seguro que es una palabra más aceptada por la RAE, la emoción que no sabes hacia dónde dirigirla y la cautela con la que haces cada uno de tus movimientos. 
Yo no he viajado nada con lo cual no estoy acostumbrada a estar en tierra ajena y esto lo noté mucho. Tu casa, es tu casa. Quiero decir, aquí en España no me preocupa el tema del dinero por ejemplo, se que antes o después encontraré un cajero y de allí puedo sacarlo sin mayor problema. No pasa nada si me pierdo, porque con preguntar a alguien seguro que me encuentro. No tengo miedo de que me ocurra algo peor y si me pasara se dónde debo ir: policía, médicos, etc...conozco el terreno que piso. En New York y sobre todo, el primer día, iba con cautela, la misma que a veces tenemos cuando estrenamos algo, que lo cuidamos como si solo por mirarlo se fuera a romper; el primer día vas como anonadado. Te preocupa saber si serás capaz de desenvolverte, con soltura, en una ciudad así. Y vaya sí lo haces. Tampoco es para tanto, no penséis. 

Una cosa que me preocupaba era lo de las distancias. No me hacía a la idea de lo que suponía andar por New York. Se puede andar tranquilamente. Por ejemplo, en metro, línea express, recorrer Manhattan desde el Upper East Side hasta Wall Street no llega a los 15 minutos. O sea que es rápido, rápido. En Madrid yo tardaba casi una hora para llegar al trabajo. Las calles y avenidas se recorren andando perfectamente. Son grandes, las avenidas sobre todo porque cruzan la isla, pero si divides Manhattan en zonas: Upper east, Upper West, Midtown....y cada día te dedicas a una zona, no hay ningún problema. 
El metro, a priori es lioso, pero os aseguro que si mi marido y yo, con nuestro macarronic inglis, llegamos a entendernos y deducir que la metrocard (una vez gastados los 7 días que dura) se puede ir recargando poco a poco (si por ejemplo ya no la vais a usar otros 7 días), vosotros seréis capaces también. Usad el metro. Se ahorra tiempo y muuucho dinero. 

Pues eso que el primer día quizá te vayas a  dormir con sensación extraña, pero es que hay que darle un tiempo al cerebro a que se aclimate. 

Nuestro itinerario del primer día fue el siguiente.
Nosotros teníamos el apartamento en el Upper East Side, a la altura de la calle 102 con la 2ª avenida, o sea la 2th con la 102st. Desde aquí nos bajamos andando hasta Times Square y para llegar fuimos caminando por Park Avenue, Lexintong Ave, Madison Avenue y la 5th, que en este tramo es un lateral de Central Park. La idea era simplemente esa, ir andando. No llevábamos calculado hasta tal número por esta, luego cogemos esta...No. Sabíamos que era hacia abajo y así fuimos. Aun así, aunque en el mapa parece fácil, ya os digo que yo, que me cuesta orientarme, me perdía muchas veces entre la calle y la avenida. No sabía si estaba en una o en otra. La señalización no es muy clara, y aunque no pasa como aquí, que hay esquinas de calles que no llevan el nombre y te vuelves loco hasta encontrar un cartel, allí sí está señalizado en cada esquina, pero te lías.
El primer día hacía mucho, no, muchísimo frío. Pero muchísimo. Tanto que en el camino, entramos al MET, al vestíbulo, para entrar en calor y mirar una cosa de la guía y del mapa tranquilamente. Y más adelante entramos en una ¡iglesia! Sant Thomas, por la misma razón. La iglesia, tipo catedral gótica, tenía calefacción. Se estaba de maravilla. Recuerdo que allí me sentía ya cansada, y entre el calorcito y el cansancio me dieron ganas de echarme una siesta. Para mi cuerpo a esas alturas del día eran ya las 2 de la mañana aproximadamente.
Curioso pero, no recuerdo si al final el primer día vimos asomar el Empire por algún sitio o no (desde Manhattan me refiero porque al venir en el taxi lo vimos per fec ta men te). Yo diría que no. Sí llegamos a Times Square, que me resultó demasiado luminoso y muy diferente de lo que yo lo había imaginado. Al verlo en televisión yo había hecho mi propia composición de donde está cada cosa y claro, no era así.
Y tras tomarnos una cervecita en un bar cualquiera por la zona, nos fuimos en busca de Burguer Joint, el sitio para cenar una hamburguesa. Este lugar lo había visto recomendado por activa y pasiva, pero a la vez como un sitio un poco oculto. No muy turístico. En mi guía venía, en Callejeros viajeros salió (pero no decían donde estaba con lo que si no habías oído hablar no te enterabas) y en algún foro que otro lo leí. Está dentro de un hotel y te da como corte entrar, porque tienes que pasar al vestíbulo, hay un mini mini neón, con una hamburguesa, te metes por allí, pasillo estrechísimo y cuando parece que te estás escondiendo de alguien o que vas a un lugar muy secreto aparece una cola de gente, una especie de mini bar, burguer y bullicio. Es curioso, cuanto menos. Y las hamburguesas están muy buenas (en realidad están muy buenas en todas partes, de verdad, nada que ver con las de aquí) pero a nosotros nos resultó un poco rollete lo de las mesas, tan llenas, todos tan juntos y abigarrados. Te desconcierta un poco pensar dónde te vas a sentar a cenar si está todo a tope. Nosotros estábamos en la cola, pensando qué pedir, tampoco nos enterábamos mucho de cómo iba le tema, que tipo de hamburguesas había, con qué, etc...(esto ha sido un poco la tónica de nuestra gastronomía, que hay tanta variedad que al final no sabes muy bien qué pedir o cómo pedirlo, aquí la dificultad del idioma se nota un montón) y además ponía un cartelito instando a que fueras rápido pidiendo, por lo que te agobias un poco. Menos mal que estando en la cola, un chico llamó nuestra atención porque él y su pareja iban a marcharse y nos dejaban el sitio, ¡por lo menos un asunto resuelto! Y no se cómo se lo montaba la gente, pero al final era como las piezas del Tetris, no había nadie de pie cenando, entre otras cosas porque sería imposible, no hay sitio, es muy pequeño, y todo el mundo encontraba mesa libre. Lo que implicaba que allí se comía rápido. Entrar, pedir, comer, marcharte...un poco rollo para nuestro primer día quizá necesitábamos sentarnos un ratillo a descansar y asimilar nuestra experiencia delante de una buena hamburguesa. Al lado nuestro, o sea pegado a nosotros, cenó un chico de New York. Tenía pinta de salir un ratito del trabajo, para volver a irse. Yo creo que no tardó ni 15 minutos. Curioso. Y después de la cena decidimos que eran las 4 de la mañana para nuestro cuerpo (yo he vivido mucho entre la hora de aquí y la de allí y oye, era una buena manera de pensar ¡guau! cómo me cunde el día) y nos fuimos a casa. Eso sí, nos quedaba pasar la prueba del metro. Buscamos la linea que nos venía mejor, en el plano. Esta vez en mi móvil porque todavía no teníamos plano de papel, en una app del metro que me descargué y no necesitaba conexión de datos, claro. Mi marido que es apañado con lo de orientarse encontró la línea que nos venía mejor y nos fuimos a buscar esa entrada de metro directamente. No nos metimos en la primera que nos topamos y nos fuimos moviendo por dentro, haciendo transbordos y tal. Mejor, en New york andar por fuera, que eso te llevas al cuerpo. Y nada, sin problema encontramos la estación, aunque reconozco que en un principio nos costaba ver las entradas del metro. Yo estoy acostumbrada a las de Madrid, que son grandes, se ven sin problema, además suelen entrar como en medio de la calle. En New York digamos que son más discretas y casi siempre están en las esquinas. No son muy visibles hasta que no te haces a ellas, entonces ya sí. Y a veces para ir hacia un sentido (uptown) o hacia otro (downtown) no puedes hacerlo una vez dentro de la estación, sino que en la calle ya te pone si esa entrada te lleva al andén que buscas o no. Es más lioso escrito que en la realidad. Allí te das cuenta, porque entras al metro, y dices "yo voy para arriba" y buscas la entrada a tu andén y si ¡¡no está!! porque solo hay para ir hacia abajo pues te sales a la calle y miras a la calle de enfrente, o sea cruzas y seguro que ahí tienes otra entrada para ir donde tú quieres.
Este día no sacamos la metrocard, lo dejamos para el sábado, que nos dimos un baño de metro bueno, bueno, con trasbordos, shuttles y de ¡¡todo!!

Y a la camita, a descansar (jejejeje todo no lo voy a contar). El apartamento era muy acogedor. Estaba muy calentito, la cama era muy cómoda con lo que el sueño fue reparador.
Ya estábamos en New York y teníamos por delante nada más y nada menos que 9 días con sus 9 noches. 







El apartamento lo alquilé a través de la web https://www.airbnb.es/. Fijaos en aquellos que tengan opinones de la gente. El nuestro era tal cual lo vimos en la descripción. Sin sorpresas y estupenda relación calidad/precio.

Burguer joint por si os apetece ir: http://www.burgerjointny.com/56thstreet

(Ésta entrada la tengo escrita desde enero, entonces entre la oposición y mi nostalgia para escribir sobre el viaje no llegué a publicarla. Quizá a alguien le sirva algo de lo que pone)