¿Y si mañana tú no te pudieras subir al autobús?

A veces en el mundo pasan cosas que te hacen plantearte si de verdad somos gilipollasenserio. Que estemos en pleno siglo XXI y se nos llene la boca con todo lo que nosotros, ombligos del mundo, nos creemos que eso significa y que ocurran ciertas cosas tan absurdas a nuestro alrededor, me da qué pensar. 
Esta semana en el congreso, ese de móviles, que hay en Barcelona, seguro que han presentado novedades superimpactantes donde la tecnología se supera a sí misma. Mientras en Madrid (y en Barcelona, y en Burgos y Murcia y en Bilbao y en Zaragoza y Sevilla y Cuenca y...en toda España) pero esta semana lo supimos desde Madrid, una persona no podía subir a un autobús interurbano porque llevaba silla, carro, vehículo motorizado adaptado por tener una discapacidad. Y no puede subirse en primer lugar porque los autobuses, a estas alturas del siglo XXI, no están adaptados (en el caso de Madrid se trata de interurbanos pero ya os digo yo que en ciudades más pequeñas ocurre lo mismo con muchos urbanos, aquí en Murcia hay algunos que creo que aparcan en el Museo Arqueológico), y como no están adaptados prohiben la entrada a las personas que precisamente más difícil tienen moverse. 

¡Manda narices que de todas las personas a las que se podría prohibir la entrada en un bus: al reguetoneano sordo, a los altruístas DJ'S de autobús que nos deleitan con sus sesiones de música ratonera cansina, a los que ven todos los vídeos de Youtube y se ríen a carcajadas como si no hubiera mañana, ni hoy, ni ayer y además creen que a los demás nos mola el minicine cutre yutubiano, a los que huelen a chotoperrocieno, a los que van espatarraos porque sus huevos son de avestruz, al que no para de hablar, ligar, loquesea con el conductor e, incluso, yo llegaría a prohibir la entrada a algunos conductores: a los malafolla, a los Carlos Sainz, padre y a los Rossi; les toca fastidiarse a los que de por sí ya van con un poco más de fastidio por la vida!

Pero, me pregunto, por qué si esas empresas se presentan a concursos para gestionar el servicio de autobuses la administración no exige en las condiciones, una flota de al menos un 80% de los autobuses adaptados ¿Por qué en estas cosas son tan permisivos? Me pregunto por qué se hacen las cosas mal, por qué no se piensa más. Me pregunto si es tan complicado. 

 Yo he visto con mis propios ojos a conductores de autobús poner mala cara cuando alguien con silla de ruedas iba a subir, idem mamás con carritos, personas con alguna necesidad especial. He visto a pasajeros bufar porque subía alguien así y la parada se demora. He visto autobuses donde la rampa para poder acceder no funcionaba, conductores que no "bajaban el autobús" para permitir salir a personas que lo necesitaban... 
Estoy segura de que cuando el Langui el otro día paró el bus, muchos de los pasajeros se enfadarían porque claro a ellos ¡qué coño les importa su problema si bastante tienen con el suyo! Veasé ir a trabajar, llegar pronto al médico, ir a clase, ir a Madrid a pasar el día con amigas, ir a cobrar una herencia o ir al hospital. Y es verdad que una cosa de estas te puede pillar en el peor momento de tu vida, cuando necesitas ese autobús porque es cuestión de vida o muerte, porque justo ese día te viene fatal que alguien proteste; pero ponte en el lugar de esa persona, para la que esa molestia es constante, en el autobús y fuera del autobús. Porque no es fácil, nada fácil, en pleno siglo XXI, tener una discapacidad y una vida sencilla. 

Yo lo pienso muchas veces, sobre todo porque nadie me libra de que mañana una enfermedad, o lo que es más fácil, un accidente me lleve a esa situación y me pongo en su lugar. Intentad un día caminar, simplemente andar por la calle, pensando que vais en silla de ruedas, o que sois ciegos, o simplemente os habéis roto una pierna... veréis como la odisea de Ulises queda corta. 

No podemos permitir estas discriminaciones y debemos poner todos nuestro granito de arena. Como sea: ayudando, protestando con y por ellos, exigiendo mejores condiciones y sobre todo buenas caras. 

Como colofón, alguna vez, más de tres, he visto a gente aparcar su coche en las plazas reservadas a personas con discapacidades, ¡me encantaría darles a esas personas un manotazo en toda la napia! En una ocasión le dije a una mujer (que por supuesto me insultó y pasó de mí) que si alguna de las personas para las que estaba reservada esa plaza pudiera elegir, elegiría sin duda pasarse la mañana dando vueltas alrededor del barrio buscando aparcamiento y no encontrarlo, antes que tener el "privilegio" de poder aparcar allí. 

Vamos a ver si somos cívicos, que estamos en pleno siglo XXI. 

Y ya que me pongo, insisto a los del congreso de móviles a ver si pudieran inventar el móvil que cuando detecte que está molestando al resto de la gente a su alrededor le lance un chorro de mierda directo a la boca del dueño. A ver si de una vez inventan algo útil. 
;-)

Si queréis podéis firmar-ayudar aquí

Por cierto Langui, deberían darte un mejor papel en esa serie del Chiringuito de Pepe, porque el serranismo que la atufa es pesado de diregir. Viéndote hablar el otro día en la tele me dí cuenta de que no hablas como si fueras un niño bobo... Eres tan o más interesante que alguno de los "guapos" de la serie. No mereces ese papelón de bobalicón bueno y un poco tonto. Alguna vez podrían probar a cambiar las cosas en la tele también. 

Qué hacer un sábado en Alicante

Una de nuestras actividades favoritas, del murciano y mía, es salir a tomar el aperitivo y "echar el día". La verdad es que me suele gustar estar enterada de sitios a los que ir, me da igual si son lo último en gastronomía cool o si son locales de toda la vida. Me gusta comer. Así en toda la extensión de la palabra. Hay mucho lugares a los que vamos que nos gustan mucho, pero que luego olvidamos así que, sin ningún afán de critica gastronómica, sino más bien de recopilar mis propias experiencias he decidido recopilar semanalmente nuestras andanzas comidistas de finde, ya sea en Murcia o en cualquier otro lugar.



Unas cañas frente al puerto
Este sábado fuimos a Alicante. Es la segunda vez que voy a esta ciudad, pero en realidad podría decir que es como si fuera la primera.  Es cierto que en unas horas no da tiempo a conocer nada a fondo pero sí a hacerte una idea y en ese poco tiempo  a mí, Alicante, me pareció una ciudad estupenda. Por supuesto, tiene de serie, el encanto del mar y del sol.  Pero tener mar y sol o buen tiempo no es garantía de nada si no sabes gestionarlo.


La oferta gastronómica, nosotros paseamos y degustamos en la zona de la Calle Castaños, me encantó. Bares, pubs, restaurante-bar (ahora llamados gastrobar) puestos con mucho gusto, acogedores, modernos. Las terrazas con sus mesas al aire libre, tan chics, tan románticas, invitaban a sentarse o a imaginarte una velada de lo más interesante si te quedabas allí. Las calle limpia, muy cuidada por sus ciudadanos, daba gusto pasear sin encontrar contenedores rodeados de basuras, sin papeles o porquería por el suelo, sin ¡cacas de perro! Y, entre otros, por asuntos como estos, digo que una cosa es tener el buen tiempo y otra saber gestionarlo.
En Murcia, donde el sol tampoco falla, se ha producido un fenómeno inexplicable: la proliferación de carpas, ce-rra-das por los cuatro costados a la puerta de una gran cantidad de restaurantes o bares de tapeo, donde debería haber terrazas, hay carpas, en las que por supuesto SE FUMA, por lo que además de sin encanto, son una porquería. Amén de lo marrana y destartalada que, en general, está la ciudad, la provincia, la región... Así de claro y de alto lo digo.

Hecha la crítica, sigamos con Alicante. ;)
Vistas desde la mesa

Comimos en un lugar de los de siempre, queríamos arroz. La fama del buen arroz la tienen los alicantinos y, personalmente, para mí sus arroces son excelentes. Esos arroces secos, con el grano suelto pero cargados de sabor. Exquisitos. El restaurante, en el puerto deportivo, Dársena. Elegimos el menú de 23 euros (sin IVA) que llevaba, varios entrantes a escoger uno (pedimos todos y los compartimos entre los cuatro), y tres tipos de arroz a elegir; el nuestro: el arroz con chipirones y ajetes, riquísimo.  Los postres, también pedimos cada uno diferente y así probamos todos.
Coca alicantina, el entrante que más
nos gustó
El restaurante, con un diseño original, simula un barco, luminoso, amplio, casi desde cualquier parte tienes vistas al mar o al puerto. La comida buena, nada fuera de lo normal, pero correctísima. Por supuesto el plato estrella es el arroz y desde luego merece la pena.  Nos salió a unos 30 euros por persona pues la bebida no está incluida en el precio, en nuestro caso un vino blanco de Rueda, K-naia, recomendable 100% y varias cervezas. Tienen el detalle de poner la cubitera de pie para que no se enfríe el vino (algo que no siempre se hace y que suelo lamentar mucho pues  no soporto un vino blanco caliente)


Arroz con chipirones antes...




...después























Uno de los postres
Después de comer, paseo, al Castillo. Optamos por subir en ascensor. Creo recordar que el ascensor cuesta 3 euros. Nosotros no pudimos pagarlos, la máquina que expende tickets no funcionaba con billetes, ni con tarjeta, y la máquina que daba cambios estaba cancelada. Así que, antes de darnos la vuelta,  decidimos atravesar un pedazo túnel que hay hasta el ascensor y una vez allí explicar a quién fuera que no podíamos pagar pero que queríamos subir. Nos costó convencer al guarda de seguridad, tuvimos un minirifirafe (donde se nos acusaba de no haber seguido unos pasos exactos que más que para pagar en una máquina parecían instrucciones para operar a corazón abierto) hasta que toda la gente que ya estaba montada en el ascensor le dijo que efectivamente ellos habían tenido que pagar con monedas porque la máquina no aceptaba billetes. Y nos dejó pasar.

Las vistas desde allí arriba son espectaculares. Merece la pena la visita. Y al bajar, andando, pasamos por un barrio de casas blancas, me recordaba un poco al albaicín granadino, muy pintoresco, entre racial y bohemio. 

Alicante es una de esas cuidades que a mí me suena a verano, a veraneantes, a turismo masivo, a playas abarrotadas y que cuando la conoces te sorprende. Ningún estereotipo es bueno, mucho menos cuando desconoces un lugar.
Como murciana de adopción sentí mucha envidia por la limpieza de las calles alicantinas, cosa en la que Murcia suspende estrepitosamente (no es cuestión de limpiar más, sino de manchar menos y me temo que los murcianicos tienen esa asignatura pendiente).
Me quedé con ganas de conocer más, de degustar más, de ir de compras, de pasear. Así que cualquier día me cojo el tren y me planto en Alicante, está muy cerca de Murcia. 

El bonus del día: Conduje yo hasta Alicante. No quería haber entrado en la ciudad, porque no me sentía muy segura para eso, pero cuando nos quisimos dar cuenta ya estaba en medio de la ciudad. Agradezco mucho al imbécil del coche blanco su nula paciencia y espero y confío en que le salga una almorrana tamaño bombona de butano, al menos una vez en su vida.


Manual de Amore: Qué hago si pasa de mí.

Muchas personas, lo sé por vuestros comentarios y por mi propia experiencia, hemos pasado por estar ante el teléfono, ordenador, buzón de correos, palomas mensajeras esperando una señal de él (o ella, pero permitidme que a partir de aquí me exprese en femenino que es lo que soy y sé). Que llame, que se manifieste, que salude, que "si el siguiente coche que pase es rojo es que se acuerda de mí" y miles y miles de humillantes torturas  a las que nos hemos autosometido. 

Cuando alguien deja de llamar o de hacernos caso se pasa fatal. Generalmente no entendemos por qué lo hace y tenemos la tendencia a pensar que la culpa es nuestra. A veces puede que sí. Es posible que alguna vez alguien, después de estar con nosotros se haya dado cuenta de que no somos su tipo, de que no le gustamos tanto como para repetir. Pero yo creo que eso se intuye. 
Yo hablo de esas personas que en un  principio se desviven, nos demuestran cariño, afecto, deseo o nos lo demuestran de manera intermitente, pero que no terminan de dejarnos claro hasta dónde están dispuestas a llegar y su manera de tratarnos es la de darnos una de cal y otra de arena. Es decir que un día nos adoran y otro(s) desaparecen. 

Seguro que nos ha pasado eso de estar conectados en una red social, ver que la otra persona también está conectada y esperar su saludo y que esté no llegue. Por si acaso él estuviera esperando igual que tú, piensas, damos el primer paso y saludamos primero y es ahí donde ocurre la señal de que esa persona es emocionalmente un troll: te saluda, como si saludara al carnicero de la carnicería a la que nunca va pero al que reconoce por ser vecino, y no te dice nada más. Si preguntas algo responde tarde y con monosílabos, quizá incluso te diga que está ocupado para 3 horas más tarde despedirse con un simple: Adiós, desconecto que tengo cosas que hacer urgentes o quizás, a mí me ha pasado, desconecta sin siquiera despedirse. 
¿Que se te queda cara de pollo mal asado? Normal, no eres rara. Cara y cuerpo y mente y espiritusanto. 

Bien, pues si estás en esta situación, mi consejo, de vieja, que no de diabla es que: 

TE OLVIDES PARA SIEMPRE DE ÉL

¿Por qué? Porque con toda seguridad, un 100% de probabilidades, tarde o temprano, si la vida de la otra persona no da un giro copernicano, un día te volverá a saludar, será zalamero, coqueteará de nuevo contigo... es decir que te camelará con su parvularia forma de ser. Te camelará y te convencerá de que él es genial y de que tú tienes la suerte de ser su capricho. Y caerás en sus redes y, créeme: en poco más de 48 horas estarás de nuevo en tu cuarto llorando por qué no te llama, buscando coches rojos desesperada o haciendo promesas del tipo: prometo que si me llama haré una obra de caridad con el primer mendigo que encuentre
Pero esto no funciona así. 

Esto funciona de la siguiente manera. Lo que estas personas que son como el perro del hortelano hacen con nosotros es, literalmente, torturarnos. 
Es posible que no lo hagan conscientemente, eso no lo sé, porque nunca he tenido el valor de preguntárselo a cualquiera de los tipos que me lo hizo a mí (quizá algún día, si es que decido volver a dirigirles la palabra). 
Nos refuerzan de manera intermitente, de forma que nosotros nunca sabemos que tenemos que hacer para ganarnos su atención, sólo sabemos que si esperamos lo suficiente, tarde o temprano aparecen y nos hacen sentirnos divinamente. No hay un patrón de conducta regular, no se trata de ser correspondido a unos sentimientos o deseos, simplemente funcionan según sus propios estímulos de conveniencia y como tú siempre pareces estar ahí cuando lo desean o necesitan, pues lo tienen muy fácil. 

El que vuelvan, el que hagan caso cuando quieren no significa en absoluto que sientan nada especial por tí. Muy al contrario, ¿no?, ¿Acaso no sabes de sobra que si sintieran algo especial no te tratarían así? Tiene algún sentido común que alguien que te aprecia, desea, ama, ¿te trate tan mal, te haga sufrir? ¿Acaso tu manera de demostrarle a la gente: familia, amigos, parejas que les quieres es el desprecio? 
No, no solo no te quiere, lo más importante es que: 

Esa no es la manera en la que tú deseas que se te quiera, se te trate. Esa no es la manera y punto. Pasar más días mal que bien, nerviosa, inquieta, intranquila, desesperada, triste, loca, dubitativa, irascible, no es ni de lejos lo que el amor provoca. Eso es, y perdonad mi dureza, ser una absoluta mema. Una persona sin dignidad. Eso es de imbéciles. Y, si lo hemos sido alguna vez, es hora de cambiar. 
No somos imbéciles. 

Cuando alguien te trate así hay una cosa que puedes hacer:

 PASAR DE LA OTRA PERSONA

No hacerle ni caso. Olvidarlo, ¡a la mierda! que se vaya a la p**a mierda. 
No es fácil. Es más, cuesta un montón, porque esto no deja de ser como una droga y preferimos un poco de limosna amorosa a nada. El síndrome de abstinencia es complejo, pero hay que pasarlo. Esa idea mental que tú tienes de que esa persona es tu príncipe azul, tu pareja ideal, tu ying...¡¡es falsa!! Es un engaño de tu cerebro. La realidad es que hasta un huevo frito estaría más cerca de ser tu media naranja que esa persona. Así que indiferencia. No hay mayor desprecio que no hacer aprecio. Y sé fuerte. 


Amar, desear, sentir atracción por otra persona, gustar a alguien, las mariposas en el estómago sólo producen sensaciones agradables. Si tú ves que estás más tiempo mal que bien, que no te tratan como tú esperas, que tras las juergas de noche no hay tardes de café, de cine; que tras las noches de sábado no hay tardes de domingo juntos, que no te tratan como tú crees que te mereces o como tú esperas: déjalo. No esperes más. Hay mucha vida por delante para quedarse enganchada en un camino que no lleva a ninguna parte. 

Lo sabes porque no eres tonta. 
Sabes que si le gustaste era simplemente porque para él has sido un trofeo de caza, sabes que si le gustaste ya no le gustas, lo sabes porque no eres tan tonta como para no darte cuenta, lo sabes porque las parejas en las que te fijas, aquellas que te gusta ver, no se tratan así.

 Lo sabes porque una historia de amor se basa en eso, en amor y correspondencia mutua, no en esperas sofocantes.

 Lo sabes, te cuesta aceptarlo, pero cuanto antes pases, antes serás libre. Y feliz. 



FELIZ SEMANA DE LOS ENAMORADOS ;-)