Estoy pasando la segunda parte de las vacaciones en mi pueblo. Esta mañana me he decidido a salir a la calle en busca de unos décimos de lotería para el sorteo del niño que me han encargado los que viven a 600 km de aquí. Hace frío. Mi pueblo es una villa preciosa del norte. Hoy no luce el sol, está nublado, nebuloso, las gotitas de la niebla se te pegan en la cara casi casi como esos "aguas termales" que venden en las perfumerías y farmacias.
Mi pueblo ya no es el mismo que era cuando yo era una niña. No hay nadie por la calle. Apenas me he cruzado con gente. Recuerdo que entonces, en mi infancia, los chavales estábamos todo el día "porai". Sólo con bajar al barrio ya te encontrabas a todos los vecinos-amigos jugando, con las bicis, con el balón, con las muñecas, con los patines, a la goma, a policías y ladrones, a la comiditas...Estaba plagado de niños que después de desayunar, hacer algo de tarea ( en mi caso era así), y echar una mano en casa o hacer los recados, nos íbamos a jugar a la calle. Hoy no he visto a ningún niño. Ni un solo grito infantil en el barrio. NADA.
¿Y la Calle Mayor? antes llena de vida, ¡¡todos los comercios que había!! algunos siguen, pero casi ni los vemos. Cuando yo era niña la Calle Mayor era un espectáculo de escaparates navideños. Yo creo que en mi pueblo la navidad empezaba el día que "La Guindilla" (droguería, papelería, productos fitosanitarios) ponía el Belén en su escaparate. Las primeras luces navideñas con música que yo recuerdo las vi aquí. ¿Y las jugueterías? había ¡3! Ahora no hay ninguna. Y la carnicería de "Quino". Y el estanco. Y la imprenta de "Roquete" con el ruido característico de la impresora, que todos los niños imitábamos, una Minerva seguramente (jejeje esto lo sé por Cuentamé). Y "el rufinin" padre e hijo, y "el Manolin" y "la Lola", y "el bodeguero viejo" y ¡¡el Paripé! con la máquina de bolas de chicle a 1 peseta y la otra de golosinas por un duro. La de bolas que se nos habrán caído rodando calle mayor abajo!.
Si nevaba era genial, pero si helaba era más genial, porque entonces no todas las calles estaban asfaltadas, y menos en la zona en la que yo vivía. Aquí había charcos, ¡¡charcos enormes!! y esos charcos se helaban y ¡¡patinábamos en ellos!! patinábamos en los charcos... Y cuando nos hartábamos de patinar (a duras penas te daba para deslizarte 3 metros, pero éramos pequeños y todo parecía más grande) entonces comprobábamos la dureza del hielo. Piedra o palo en mano y a romper el hielo. Lo normal era llegar luego a casa mojados, manchados, preocupados de la bronca que nos iba a caer.
La navidad era diferente cuando era una niña. Y lo echo mucho de menos.
Mi pueblo era diferente y lo echo de menos. Hoy lo he encontrado viejo, cansado. Como si él también hubiera ido envejeciendo al mismo tiempo que yo. Pero no es él, soy yo. Lo se. Se que los niños (que hoy no he visto) estarán viviendo sus navidades de niños, las que se vivan ahora, como yo viví y disfruté las mías y casi con toda seguridad cuando ellos lleguen a mi edad recordarán con nostalgia sus tiempos de infancia y navidad. Y seguro que también hacen recuento de las tiendas, de los bares que había antes y ahora no están. Seguro que todo seguirá cambiando, por mucho que yo hoy desearía volver a ser y volver a estar en aquel pueblo mío de mi niñez.
En mi pueblo a 3deenerodedosmil12.
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