THPV. Amores que merecieron la pena


THPV Tipos de Hombre que Pasaron por mi Vida pretende ser una recopilación de las "cosas" que tenían algunos de los ¿hombres? que he conocido más allá de la amistad.
En mi primer curso de carrera, mi primer año en Madrid, hice una buena amiga de Zaragoza. Como suele ocurrir en esas edades me fui a pasar con ella, a su ciudad, con su gente, una Semana Santa. Antes de ir ya me habían emparejado con un chico de allí. Nos pasábamos las horas creando expectativas sobre nuestro encuentro, hablando de él en la comida, en la cena, al acostarnos (vivíamos juntas en una residencia de estudiantes, compartíamos habitación, facultad, amigas). Yo sabía de él que era alto, que era guapo, que era ligón, que estudiaba turismo, que jugaba al fútbol.



Mi vida sentimental era entonces una averiada montaña rusa. En mi corazón iba agrandándose una grieta provocada por la  malquerencia del que era mi “novio”. Y por aquella fisura se coló ÉL.  De manera que, antes de conocerle, yo me dejé llevar por aquellas fantasías sobre que estábamos hechos el uno para el otro. Sin concederle más importancia que la de una aventura de la imaginación.  

Hasta que le conocí. Abrí la puerta, un poco achispada, estábamos celebrando un cumpleaños. El novio de mi amiga venía acompañado de un chico terriblemente atractivo. Tenía que ser ÉL.

    

Turbada y desconcertada, al verle grité como una boba absurda y me encerré en el cuarto de baño que estaba justo a la izquierda de la puerta de entrada. ÉL tuvo que alucinar.

Al final tuve que salir y enfrentarme a mi sofoco. Y gracias en parte a los efluvios del alcohol, tras presentarnos y pedir disculpas por mi actuación de niñata, empezamos a hablar naturalmente, a conocernos, a seducirnos. Y la tarde continúo normalmente. Si por normal entendemos que toda la pandilla de mi amiga nos dejara solos de repente en el salón o se las apañara para que de una u otra forma nosotros dos siempre estuviésemos juntos.  Pero nosotros aguantamos el tirón. Al final de la tarde, en un pub, ya sólo quedábamos mi amiga, su novio, ÉL y yo. Yo fui al baño con mi amiga. ÉL fue al baño con el novio de mi amiga. Ella me preguntó si ÉL me gustaba. Yo le dije que sí. Imagino que en el baño de chicos alguien estaba haciendo la misma pregunta, y a tenor de lo que ocurrió después, obtuvo la misma respuesta. Ya no lo recuerdo pero deduzco que ambos supimos por los otros que nos gustábamos, que teníamos libre el camino. Creo que estábamos bailando cuando nos besamos.
A partir de aquí pasé unos días atontada perdida. Seguimos besándonos todos los días. Intentamos llegar a más y pasamos una tarde preciosa (de nervios, timidez, sonrojos, azoramientos, turbaciones) en una pensión que nos costó 2000 pelas. Pero no pudimos o no supimos llegar hasta el final.

De vuelta a mi pueblo, unos días más tarde de lo previsto, me llevé unos cuantos “mordiscos” en el cuello y una camiseta suya, blanca con un pequeño logotipo de Zaragoza Turismo, impregnada de su perfume: Privata. Me llevé ilusión en mi corazón, mariposas en mi estómago y fuerza para mandar a la mierda al que por aquel entonces andaba despreciando y lastimando mis afectos.

Dos meses después volvimos a vernos. Teníamos pendiente aquella tarde de pensión y pasión. Me fui a pasar un sábado con él. Una amiga le dejó su casa para esa noche. No pienso contar más. Me volví a Madrid con un hamster que ÉL me regaló y fue el secreto de toda una residencia de chicas en la que no se podían tener animales.

 Más tarde, espaciadas en el tiempo, fueron viniendo más visitas a Zaragoza. Poco a poco fuimos conociéndonos cada vez mejor. Sin prisas, sin ataduras, conscientes y  a veces inconscientes de que al día siguiente o al otro cada uno volvería a su lugar. Nos escribíamos cartas, seductoras y sugerentes, jugábamos a conquistarnos y mantener esa llama.  Aún conservo algunas y se que él también.

Hubo un momento de mi vida, no hace mucho, en el que volví a echarle de menos. Pero no sabía nada de Él. Yo apenas tenía contacto con mi amiga de Zaragoza y ella apenas tenía contacto con Él.

Al final me encontró (o me buscó) Él. En facebook. Ahora somos amigos, tenemos contacto virtual. Me alegra que sea así porque con el paso del tiempo, aquel sentimiento de deseo se ha transformado en cariño teñido de nostalgia. Y resulta que la Mujer que fui a su lado, es una de mis "yos enamoradas" de la que más orgullosa me siento.



La Aljafería
Hoy he soñado con ÉL y por eso he escrito esto. Se me ha despertado una mariposa. Se dormirá enseguida, ha sido cosa de la ensoñación, pero mientras dura este dulzor nostálgico voy a aprovecharlo.

4 comentarios:

  1. Estoy cotilleando entradas pasadas de tu blog, de antes de llegar yo por aquí. Y oye, qué bonito :) Y qué dulces los posos que dejan algunas de esas historias, oye...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las cosas de la vida,este verano, después de 15 años, hemos vuelto a vernos. No hace ni 2 semanas,pasamos una noche en Zaragoza, en casa de la amiga de la que hablo aqui y cinco la que he retomado la relación y aproveche para quedar con Èl. Y efectivamente, me di cuenta de que fue alguien que mereció la pena querer.

      Eliminar
  2. Qué entrada tan, tan, tan, tan, tan bonita ^^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los buenos recuerdos, son muy dulces con el paso del tiempo.

      Eliminar

Ahora me encantaría saber qué piensas tú