Me educaron sin manual de instrucciones.

Hemos pasado unas vacaciones de Semana Santa muy completas. Han venido amigos a vernos, así que nos quedamos en Murcia y disfrutamos de sus procesiones, su ambiente, de la ciudad y de la playa. Gastronomía siempre por el medio. Pero lo más interesante para mí de estas vacaciones han sido los niños. Mis amigos tienen dos hijos: niño y niña, creo que 10 y 7 años. Estos 5 días han sido el mayor período de tiempo que he pasado conviviendo tan de cerca, en mi propia casa, con críos y debo decir que he pasado por todos los estados, desde adorarlos, hasta desear que acabaran las vacaciones. Pero como todo en esta vida, con el tiempo se aprende a llevar y terminé echando unas lagrimitas el lunes cuando se fueron y la casa de repente quedó tan vacía. 

El día que llegaron, El Murciano, Oli (nuestra gata) y yo sufrimos un schock. De la calma de nuestro hogar de pareja, sin apenas ruidos, al torbellino de dos niños que enseguida subían y bajaban las escaleras de una planta a otra, de dos niños que llevaban 6 horas de viaje en su cuerpo y necesitaban expansión, de dos niños activos, jugones, que hablan alto, que preguntan, que tocan aquí y allá; nos sentimos aturdidos. A Oli el aturdimiento no se le pasó en todas las vacaciones. Y es que mi gatita parece que es más de adultos que de niños. Ella que es tan obediente, buena y cariñosa, que sólo quiere estar encima nuestro, o muy cerquita, pasó los días escondida. No es de niños. 


Casualmente ayer escuchaba en la radio  que se presentaba un nuevo libro sobre educar a los hijos y me preguntaba cómo nos pudieron educar nuestros padres en los años 70, 80, 90... sin leer un libro durante el embarazo, antes del parto, después del parto y durante todos y cada uno de nuestros meses de vida. Hoy en día hay tantos libros, programas de tv, páginas web, blogueros, secciones en programas...sobre cómo educar, qué hacer en caso de, es tonto tu hijo si..., cómo cuidar de tu hijo y no morir en el intento, escuela de padres, padres en apuros, qué le pasa a tu hijo al mes, a los 2 meses, a los 3...al año, a los 2 años...en la adolescencia, en la adolescencia temprana y la tardía que pienso si realmente es necesario, o es moda y al final, tanta pedagogía para qué, ¿para verles luego enganchados al Ipad, nintendo, etc...?

Decían en la radio que los niños hoy en día no juegan entre ellos. Yo he pasado la Semana Santa con dos niños que el 90% del tiempo han estado jugando juntos. Tal era mi asombro que llegué a preguntarle a mi amiga, su madre, si sus hijos no jugaban a la consola. Me dijo que sí, casi riendo, expresándome con su mirada que si no jugaran igual terminaba pensando que sus hijos sufrían una rara enfermedad. Pero la verdad es que no juegan. La niña no ha tocado el dichoso aparato en los 5 días que hemos estado con ellos. La he visto pintar, dibujar en una libreta cualquiera con el primer boli que encontró, escribir, imaginar, jugar en la arena de la playa, escuchar atenta (aunque aburrida explicaciones de una visita turística), la he visto ¡aburrirse! (estuve a punto de mandar la crónica a Iker Jiménez: "una niña aburrida"), intentar jugar con una gata que no le hacía mucho caso y le daba miedo, bailar y cantar con su madre, pasear con un monopatín, ayudarme a organizar la casa y limpiar, a hacer mi maleta, ver la tele, dormir, hacer el bobo, pero no la he visto jugar a la nintendo. Que por cierto, otra exclusiva para Iker: sólo tienen una. El niño sí ha jugado, a fútbol, su pasión, pero ya digo que la mayor parte del tiempo estuvieron correteando y jugando entre ellos. Y son niños especiales, extrovertidos, sociables,  la niña no puede ser más espabilada, inquieta, graciosa, y lista, muy lista. Y el chico, un pelín más inocente que la hermana, pero con una inquitud interior que me ha asombrado en bastantes ocasiones estos días de vacaciones.
Si dijera que no creo que haga falta ningún libro o pedagogo que diga a los padres que con los hijos hay que interactuar, que no tiene nada de malo que jueguen en solitario y con ordenadores o consolas, pero que igual que muy sano no parece que un niño se pase 4 horas pegando patadas al mismo balón, en el mismo sitio, él sólo, se intuye que lo otro tampoco. Que no creo que sea necesario decir que los niños dan guerra, corren, gritan, cantan, preguntan, tienen una inquietud y una energía que los hace precisamente niños y que eso es sano y hay que canalizarlo, sufrirlo y disfrutarlo. Si dijera todo esto los que sois padres os echaríais encima de mí, y tal vez con razón. Lo que pasa es que a veces se ve a leguas que los hijos se os han echado a la chepa. Igual que se ve a esos dueños de perros que son incapaces de dominarlos, que los perros van por delante de ellos y no logran controlarlos.

Todos los días que salgo a hacer deporte veo a madres, siempre son mujeres, que llevan a sus hijos en el coche, imagino que vuelven de recogerlos en el colegio, muchos sentados en los asientos delanteros, sin cinturón de seguridad, otros en la parte de atrás sin sujección, ni sillas, ni protección ninguna, una gran parte de los niños van jugando a la consola. Y me entra una rabia y un pena. De repente veo una monotonía, una grisura a su alrededor, presupongo la alegría de esas madres y padres cuando supieron que iban a tener familia y pienso ¿qué les ha pasado? ¿Cómo han llegado a esa monotonía familiar, a esa dejadez de incluso no proteger a su propio hijo? Y me pregunto otra cosa: Si pudieran elegirlo, ¿cuántos padres desearían no haberlo sido? ¿Habrá padres que igual que se rompe una pareja desearían romper con sus hijos, dejarlos, separarse de ellos, olvidarlos para siempre y vivir su vida sin ataduras? ¿Existirá eso? ¿Está sobrevalorado el hecho de "ser padres"?
Hablaban los doctores que presentaban su libro en la radio de que hay casos de hijos malcriados que son sangrantes, que es cierto que hay chavales que salen "torcidos" con unas rarezas inusitadas que los padres no saben cómo ha llegado hasta ahí y que les superan los problemas que eso acarrea, además de causarles una frustración como padres. Entiendo estos casos, son excepcionales. Pero contaban también como tenían unos padres, cuyo hijo de 22 años se comunicaba con ellos a través de guasap, ¡en su propia casa!, los padres, lejos de dejar de fomentar esa conducta, le seguían la corriente por miedo a...¿perderlo, disgustarlo, molestarlo? el chico no es violento, pero ya no quiere relacionarse con nadie, ni dentro ni fuera de casa. No tenía ninguna patología ni enfermedad, simplemente ha aprendido esa conducta. Pero la cosa es grave por parte de los padres, los cuales, según decían los doctores, le llegaban a dejar notas con la comida (por lo visto cenaban en espacios de la casa diferentes, no llegaban a coincidir ni en su propia casa [en la mía eso hubiera sido imposible]) que decían cosas como: es pescado, ten cuidado que puede tener raspas. ¡Por favor!

Igual me equivoco pero yo no creo que sea necesario tanto libro ni explicaciones sobre educar a tus hijos. Creo que el sentido común es el aliado más potente. Y el amor, y por amor no me refiero, por supuesto, a la sobreprotección, a que los niños, hijos, tengan que tener o hacer algo por el simple hecho de que otros, todos, lo tienen o hacen. Por amor hablo de educar, de estar, de contagiar, de entender, de aprender, de enseñar, de reír, de jugar, de planear, de llorar, de aburrirse, de desear, de regalar, de cuidar, de ser responsable. Hablo de ilusión, de verdes y azules y amarillos. A veces me dan ganas de preguntar ¿para esto has traído un hijo al mundo?






El primer día de la Semana Santa pensé que mi decisión de no ser madre había sido un acierto, porque no estoy preparada para el jaleo. No es por egoísmo, es que no hubiera tenido paciencia. Más de una vez me dieron ganas de pegar cuatro gritos. Y eso que no son niños en absoluto maleducados.  Es verdad que era mágico verles por la mañana, hablar con ellos y observar sus reflexiones, jugar y enseñarles tonterías que les hacían reír, el papel de tía, vamos. No he sentido que me falte algo en mi vida tras estos días con ellos. Pero sí que aceptaría que se vinieran, con sus pros y contras, a pasar unos días con nosotros.


4 comentarios:

  1. Yo a veces creo que también soy más de papel de tía que de madre. Esta mañana mis alumnos me han preguntado si me quedaban ganas de tener hijos después de aguantarles, y me ha dado una risa... xD

    No sé. No creo que hagan falta libros de instrucciones, a veces basta con sentido común (que es el menos común de los sentidos). Hacer caso a tus hijos, para lo bueno y para lo malo, ponerles límites, felicitarlos cuando hacen algo bien... No enchufarlos a la tele o a lo que sea y dejarlos estar. Reñir cuando hay que reñir, reír cuando hay que reír, y yo qué sé...

    A priori parece sencillo, claro. Supongo que al meterse en harina se complicará la cosa XD

    Pero hay muchos padres y madres por inercia y claro...

    ¡Un besote, tita Perri! :D

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  2. "tanta pedagogía para qué, ¿para verles luego enganchados al Ipad, nintendo, etc...?", muy buena tu reflexion, totalmente de acuerdo

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  3. Hay mucha tela que cortar en este tema, desde luego.
    Pienso que hay padres y madres que no tienen energías o tiempo o ganas para estar con sus hijos y educarlos... y que para eso, mejor que no os hubieran tenido, la verdad. Aunque no creo que se arrepientan.
    También creo que lo de la consola es como ver la tele, hay personas más sedentarias que prefieren eso y otras que prefieren estar correteando, pero lo que no es normal es que un niño o niña se pase la tarde entera con una misma cosa (y no podemos pretenderlo tampoco).

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  4. Todo cierto; muchos padres confunden el amor con el "consentir"...una pena...luego así salen muchos niños. Espero que ningún padre/madre se arrepienta nunca de haber tenido niños. El mejor sentimiento del mundo(para mi que no tengo niños) es sentirse querida por los padres. Si ellos están ahí, sé que todo es posible.

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