El arte de discutir: volcanes en erupción.

Tengo un fallo de serie. Y es gordo.
 
Los que me conocéis y leéis por el blog, interpretáis mis airadas críticas desde vuestra lectura, pero si me escuchaseis en directo quizá os pareciera una persona extremadamente exaltada. Creo que yo tengo tantos fans como detractores por esta forma de ser. Y claro, esa simpatía o rechazo que despierto es directamente proporcional a si lo que digo es del gusto o desagrado  de mis receptores.
 
Yo no soy una persona tranquila. No. No tengo claro si por mis venas corre sangre o lava volcánica. Tal y como suelo entrar en erupción, cuando algo me toca las narices, me inclino más por lo segundo. Soy, además, de esas personas que entran al trapo. No suelo provocar la discusión o la polémica porque se que me enciendo, pero si me provocan soy incapaz de quedarme callada. Y lo digo en serio, es que no soy capaz de controlarme. Cuando algo me indigna yo noto como me va entrando calor, calor físico 100%, y me digo a mí misma: pasa de todo Perri, no merece la pena. Pero esa pequeña contención apenas dura una milésima de segundo, porque mi temperatura sube y sube. Y yo noto un algo, parecido a un zumbido ardiendo, que me recorre, que sin que yo lo puedo contener va ascendiendo desde mi estómago y llega a la garganta y hay un instante en el que sé que voy a estallar. Es como vomitar, no lo puedo parar. Sé que mi voz va a ir por delante de mi voluntad. Sé que antes de que mi cerebro de la orden de callar, mi boca ya habrá soltado un exabrupto y, puesto que mi lado racional en ese momento está anulado, contesto de manera instintiva, animal, lo que viene a ser: brusca.
 
Lo que suele pasar es que no soy capaz de discutir sin ponerle excesiva pasión a lo que digo. En este caso hay personas a las que les echa para atrás mi temperamento, a veces incluso a mí misma, pero noto que no soy capaz de decir las cosas de otro modo. Esta manera, cruda y áspera de debatir, de contraatacar, de argumentar tiene una lado muy peligroso: corres el riesgo de que no te tomen en serio. De que al final pese más tu forma de decir algo que lo que dices. Al mismo tiempo, mi cerebro tan "adrenalinado", porque mientras discuto tengo el corazón a 1000 por hora, no es capaz de razonar al cien por cien, con lo que mis argumentaciones a veces son vagas, difusas, e incluso no las encuentro. Simplemente me siento frustrada con las argumentaciones de  otros y sobre todo con sus comentarios acerca de mi talante, lo que me hace sentirme aún más furiosa.
 
Tras discusiones de este tipo suelo pasar VARIOS DÍAS mal. No horas, sino días. No se me quita de la cabeza el asunto y sobre todo me recuerdo a mi misma desgañitándome y, creo que, perdiendo un poco los papeles. Sé,  además, que no he logrado nada, al menos nada de lo que yo me proponía, porque al otro no le he convencido  y mi oratoria ha sido pésima.
 
Por esto me he propuesto que durante este mes de Mayo voy a controlarme. No significa que me vaya a callar, yo creo que eso ya va en mi naturaleza, pero sí que voy a controlar mis formas. Mis ataques de calor, mis entradas al trapo. Recuerdo que cuando trabajaba, en las reuniones con los jefes, yo era de las pocas personas que hablaban y solía decir lo que pensábamos la mayoría, en esos casos jamás pasé por situaciones como las que relato aquí, y generalmente acababa muy satisfecha de lo que decía y de cómo lo decía. De hecho, a pesar de haber dicho cosas que a unos jefes no les suele gustar escuchar, siempre me llevé bien con ellos. Pero con mi pareja, con amigos, en ambientes más distendidos, no hablo igual. En esos caso me llevan los demonios y luego el bajón es terrible. (También el lado gallina, gente a la que debería decirle cuatro cosas bien dichas  pero no me atrevo, esto es material para otro post.)
 
No es que sea una monstrua, no, tampoco es eso. Simplemente que empiezo a pensar que no me compensa.

Para ilustrarlo mejor os pongo el último ejemplo:
Una comida de amigos, amigos íntimos mios y amigos íntimos de mi pareja. Todos nos conocemos a todos y sabemos muy bien de que pie cojeamos. Ante la situación actual del momento español (de la que no habíamos hablado nada) uno de ellos, de la parte de mi chico, pues empieza a hablar del caso Bardem (eso que se ha estado machacando por activa y pasiva del ERE en el Bar de la hermana de los Bardem). Vale, si es cierto, pues muy mal está que digas una cosa y hagas otra. Hasta ahí yo no voy a erigirme en defensora de Bardem, desde luego, pero....¡¡joder!! con la que está cayendo, que una persona de 46 años que lleva 4 años en el paro, me hable de los Bardem, pues a mi me sacó de quicio. Vale, que igual él no quería hablar de nada, que lo dijo por decir...que se le ocurrió eso en ese momento. Pero permitidme que lo dude porque resulta que ese tema se llevaba machacando en determinados medios toda esa semana.
 
La discusión que liamos fue gorda, y muy poco comedida la verdad. Estuvimos a punto de mandar a la mierda una jornada entre amigos por culpa de este tema. Pero también es verdad que ya son ganas de picar al personal, por parte del amigo, y ganas de entrar al trapo, por la nuestra.
Como somos personas civilizadas al final nos pedimos perdón todos a todos, pero a mi me quedó mi poso de amargura, no por lo que defendí o intenté defender, (que no era otra cosas sino que me resultaba muy curioso y un poco estúpido, que de todo lo que hay que hablar acerca de la mala situación o corrupción, escogiera ese tema, que no defiendo a los Bardem, ni mucho menos, pero que dentro de una lista de prioridades, desde luego el tema Bardem a mi no me quita el sueño), sino por mi manera de decirlo. Brusca. Y sobre todo por la conclusión a la que llegaron los demás: que cuando alguien de izquierdas hace algo mal no se puede criticar...
 La bronca terminó e incluso llegamos a hacer bromas de la cuestión, pero en mi cabeza el tema estuvo días, y como veis sigue.
 
Otro ejemplo:
 Ahora ya no se puede fumar en los bares, restaurantes...etc...Pero siempre están los que fuman o lo intentan, o los lugares en los que sin ningún tipo de pudor, se sigue fumando. Vale, seré una talibana del tabaco, pero a mi me molesta. y además tengo la ley de mi parte. Y además me perjudica. Joder, que no hablamos de pedos, que molesta el olor y punto. Que hablo de una serie de sustancias que yo he decidido no seguir tomando y no tengo por qué tragarme la de los demás. Vale, pues si yo voy a un local donde la ley antitabaco se pasa por el forro, ENTRO EN ERUPCIÓN. Y soy incapaz de tomármelo con calma. No puedo, no me sale el talante de pedir por favor a quien corresponda que pida que eso no se haga. Lo paso fatal, porque me amargo yo y amargo a los que vienen conmigo, hay gente a la que no le gusta, pero puede convivir con ello, YO NO. En este caso al final terminó diciendo las cosas de la peor manera posible, poniéndome histérica y fastidiándome yo misma, porque el que tenga temperamento no significa que no lo sufra. Sobre todo porque a mí no me mola dar lecciones de educación a nadie, al revés me incomoda mucho. Me da vergüenza decirle a la gente que es muy maleducada.  
 
En fin, que me apetece controlar un poco este temperamento, estas maneras de discutir que a veces me provocan sofocos y malos ratos. Tengo en mente leer algo de oratoria,  porque las discusiones me gustan y me encantaría aprender el arte de debatir con honor y estilo. Tengo que hacerlo, porque estoy segura de que me a venir mejor leer filosofía u oratoria antes que algo de autoayuda.
¡¡Y no me lo discutáis!!!!
 
 
No es una entrada muy entrañable, pero te la dedico a ti Bettie (por perrifan)

8 comentarios:

  1. La verdad que tal como lo cuentas suena súper angustioso para ti. Yo soy de las que evito ese tipo de situaciones y/o conflictos porque, egoístamente, me afectan mucho.
    Ánimo y hazte con una pelotita de esas desestresante ;)

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  2. Ufff...te entiendo y no sabes cuánto. Hasta tengo una entrada en el horno (como otras mil) sobre "mi pronto". Nunca he sabido controlarme, con mi familia imposible, y con mi pareja ya tampoco. He tenido broncas con él por mi forma de decir las cosas. Pero no fue hasta hace unas semanas que me fui en solitario a pasar un finde a la montaña que tomé la decisión de cambiar esto y no por nadie, sino por mi, porque me he dado cuenta que como dices me acabo sintiendo mal, como con algo atascado y por mucho que grite y diga sandeces no me quedo satisfecha. Ahora me doy cuenta que frenando ese magma que trata de salir me va mejor, veo más claro, y pienso con tranquilidad. Al final digo lo que quiero decir y se me interpreta mejor. Incluso a menudo evito esas situaciones como dice Atalaje, porque soy muy cabezona y puedo llegar a decir tremendas estupideces, así que paso.

    Lo importante es que eres tú la que ha tomado la decisión por ti sola de que quieres cambiar así que seguro que lo consigues.

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  3. Te entiendo perfectamente porque soy igual. Sólo que uno de esos arranques en que en un ambiente laboral con un jefe que ya me tenía enfilada desde mucho antes, ese momento de decir lo que todos piensan pero callan me llevó directamente al paro. No compensa

    Hace ya tiempo que como tú me dije que debía calmarme, relajarme, no dejar que las cosas me afectaran tanto... Es difícil porque una es como es, apasionada y vehemente, pero poco a poco con tiempo, esfuerzo, paciencia y constancia, se pueden mantener esos arranques bajo control y que te resbale un poquito.

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  4. This is so me! xD Bueno, solo justo hasta el momento de que dices que te vas a controlar. Yo ya a veces hago unos acopios de contención que no me lo creo ni yo.

    En cuanto a los libros, me gustaría poderte ayudar, pero ahora mismo estoy en blanco. Ya me contarás qué eliges :) ¡Mira! Me acabo de acordar de que está por ahí por internet la transcripción de una discusión entre B. Russell y Copleston sobre la existencia de Dios. Uno de esos temas peliagudos xD :) Aunque no sé si eso te ayudará a controlarte. A mí no me ayuda, desde luego xD

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  5. Pues me reconforta muuucho que sepais de lo que hablo y lo que siento. Yo tambien me siento muy identificada con vuestros comentarios. Es de gran ayuda saber que no eres la unica a la que algunas cosas le afectan de una manera exagerada, y como dice Coccinellidae terminas viendote diciendo estupideces...jo,yo tambien me he identificado un monton con tu comentario....Me alegra que me animeis a tomar el camino de relajarme y cintenerme, sobre todo porque me lo decis deade la propia experiencia.
    Gracias por los comentarios!!!
    Bettie, me apunto el libro y si te viene a esa cabecita d genia manchega alguno, soy toda oidos.

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  6. Yo te entiendo eh, y mucho! Mi problema está en que quizá me controle demasiado. Y digo quizá porque también reconozco que cuando me enfado puedo resultar muy ofensiva, mucho, mucho y prefiero respirar hondo y aguantarme un poco que herir a otra persona.

    En una ocasión alcé la voz para decir algo sobre lo que pasaba en un antiguo trabajo y... a la p... calle.

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  7. Yo soy todo lo contrario. Soy una persona con demasiado aguante y me callo mucho. No me atrevo a hablar, porque cuando hablo directamente la cago SIEMPRE.
    Creo que mi cerebro no junta las palabras correctamente de una manera rápida, porque no es normal xDDDD Necesito demasiado tiempo de reflexión y entonces ya es demasiado tarde xD
    He tenido un momento de esos y pasó porque me puse muy nerviosa por una cosa que hizo la perra a los pocos meses de adoptarla. Una amiga le restaba importancia a lo que había pasado... y yo insistiendo. Acabé gritando literalmente de rabia y terminó dándome la razón xD Eso sí, luego me sentí fatal por como le había hablado T____T
    No me imagino esa sensación constantemente...
    Ojalá consigas controlar tu temperamento ;)

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  8. Yo aguanto, aguanto, aguanto, intento moderarme, etc... pero cuando salto, salto. Y cada vez voy a peor. Ejemplo que estoy viviendo este año: mi profesora de inglés, que, directamente, no la soporto. Me parece lo peor, indignante que alguien de ese ¿nivel? esté dando clases en una escuela pública, y completamente vergonzante su actitud y el modo en el que nos plantea las clases. Y no me callo, ya no me callo. Soy la única que habla y que la cuestiona en voz alta, pero ya me da igual. No puedo con ella y lo manifiesto. Vamos, que te entiendo bien...

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Ahora me encantaría saber qué piensas tú