Cosas, de comer, que no me gustaban de pequeña y ahora SÍ ME GUSTAN.

Pues nada, este post va de eso, de las cosas de comer que  no me gustaban de pequeña y que ahora sí que me gustan. Tal cual.

- LA MERIENDA: el momento del bocadillo por la tarde.

          El momento de la merienda era un rollo. Te cortaba si estabas jugando y tu madre te llamaba por la ventana: ¡¡¡el bocadillo!! o era peor si te lo llevabas en una bolsa para merendártelo cuando quisieras. Toda la tarde cargada con el dichoso bocadillo.  Además, odiaba los bocatas de chorizo o salchichón o mortadela. Yo quería los de pralin que se zampaba, SIEMPRE, mi amiga Marta. En mi casa cuando mi madre compraba pralin era ¡¡UN ACONTECIMIENTO!! y luego nos lo racionaba.      
        Para que me gustase más merendar, me inventé un juego con mis amigas. Lo llamábamos las "meriendillas", y consistía en irnos a merendar a algun sitio "diferente" fuera del barrio, algun sitio apartado, lejos. Como si nos fuesemos de excursión. Solíamos ir a la estación de tren, que estaba bastante alejada del barrio. Nos gustaba ver los trenes pasar, llegar y descargar viajeros y sobre todo nos gustaba pesarnos en la báscula de la estación. Eso de subirnos todas juntas y llegar a los 100 kilos nos emocionaba y nos parecía un hecho excepcional. También nos gustaba, a alguna, el hijo del jefe de estación. Yo lo llevaba en secreto. Lorena no, así que con la excusa de que le gustaba a Lorena la estación se convirtió en nuestro lugar favorito de meriendillas. Alguna vez yo me inventaba juegos para entretener a mis amigas. Eran como adivinanzas, acertijos o casos a resolver. Pero todo inventado por mi y muy, muy surrealista. La pena es no haber guardado en una cajita los papelitos donde escribía todo eso. Las meriendillas eran un acontecimeinto especial. Sólo las hacíamos de vez en cuando en verano o en septiembre, nada más empezar el cole que no teníamos clase por la tarde y los días eran todavía largos.

     También había días en los que tirábamos el bocadillo. Esto era pecado y si tirabas el bocadillo luego tenías que confesarte. Éste y el de cogerle a mi madre dinero de la cartera eran los peores pecados que yo confesaba un domingo tras otro en la catequesis.

     El Cocodrilos, un chico de mi pueblo, solo quería comer bocadillos. Le gustaban todos. No es que pasase hambre, estoy segura de que su madre le habría dado de merendar muy gustosa, pero me temo que al salir de clase él no pasaba por casa sino que iba directamente a jugar. O también podía ser que como su madre trabajaba, era maestra, pues igual cuando él llegaba a casa del cole, ella no estaba, y no tenia a nadie que le hiciera la merienda. Así que si un día no querías merendar y te encontrabas con el Cocodrilos al menos te asegurabas de que tu bocadillo no acabaría en la papelera, te ahorrabas la confesión y el Cocodrilos que era más mayor que tú se hacía amigo tuyo y no te fastidiaba en los recreos.



     Ahora me encantan los bocadillos y si no fuera porque me puedo llegar a poner como una vaca, (y llegar a los 100 kilos que antes pesabamos todas las amigas juntas) merendaría bocadillo todos los días. El pan con embutido es un manjar para mi. Y por la tarde sienta ¡¡¡que te cagas!!. Además, lo curioso es que me recuerda a esos bocadillos de mi infancia, que aunque me fastidiaban, al final han dejado en mi muy buen sabor de boca.


- LA TORTILLA DE PATATA Y LA FRANCESA.

     La de patata me daba dolor de cabeza. Y la francesa me mareaba.
    Sí, me mareaba comer tortilla francesa, igual que me mareaba viajar en coche o el humo de los puros. Si la tortilla francesa llevaba jamón de york, directamente me daban ganas de vomitar.

La tortilla de patata hoy por hoy.......ME ENCANTA. Mejor sin cebolla. Pero me da igual. Y cada día me sale mejor. He mejorado mucho en mi técnica tortipatatera. Mucho. Antes era rácana con los huevos y de un día para otro mi tortilla había que cortarla con sierra eléctrica. Pero ahora me salen muy buenas. Tengo que decírselo a mi madre, porque ella, que es una cocinera excelente, no es de mi gusto tortilleramente (de patata) hablando. Me gustan mucho más mis tortillas que las suyas. Aunque ella muchos domingos, cuando voy a verles, se empeña en hacerme una tortilla para llevar. Vivo a 600 km de ella. Me salen las tortillas de puta madre (valga la redundancia). Nunca me la llevo. Que mala hija....


- HUEVOS FRITOS

     Solo me gustaba la yema. La clara....ufff, no se que tenia que no. Y si encima, el huevo,  tenía puntilla...me ponia nerviosa.

       Ahora me parece un plato exquisito. Manjar. Huntar el huevo con el pan, humm, delicioso. Los huevos fritos con patatas fritas, ¡¡rico, rico!! ¡¡o con chorizo!!. Eso sí, sin pan, los huevos fritos no son lo mismo. Pierden todo su fundamento, ¿a qué si?

- COCIDO
   En mi casa se comía cocido, o sea GARBANZOS, todos los sábados. ¡¡TODOS!! SIN EXCEPCIÓN!!! Era insufrible. He dicho cocido, pero lo que a mi no me gustaba eran los garbanzos. La sopa o la carne del cocido, me gustaba, el chorizo, la panceta, el relleno....eso si que me gustaba. Pero los garbanzos ¡¡¡no!!. Mi tio Pedro, que comía en mi casa, solía traer cebollas o pepinos grandes  en vinagre  para comerlo con los garbanzos. Y engañando a mis papilas con estos encurtidos y con mucho pan, lograba meterme el plato de garbanzos. Porque mi madre no perdonaba. Si tocaban garbanzos, tocaban garbanzos.

Ahora los garbanzos siguen sin emocionarme mucho. Eso sí, un buen cocido madrileño, castellano, me parece un plato especial. Y si para llegar a la carne, tengo que soportar los garbanzos pues no hay problema. Eso sí, en mi casa, mi madre, ya  a estas alturas ni se molesta en darme garbanzos. Los obvia. Aunque alguna vez se los he pedido y se ha quedado FLIPADA. Lógico.


- ARROZ CON LECHE

      De pequeña no me llamaba nada la atención un postre que se hacía con comida. O sea que se hacía con un alimento que era para la paella. Para una comida salada de primer plato y encima regado de leche, que era un rollo para mi la leche sola.

       El arroz con leche no lo he comido hasta bien mayor. No miento si digo que empecé a comer arroz con leche a raiz de conocer a mi pareja actual y de eso hace 3 años. No me llamaba la atención el postre en sí, pero al verle a él comerlo me trasnmitía que estaba muy sabroso, eso me hizo probarlo y ahora me gusta. No suelo pedirlo si hay otros postres además del arroz con leche, pero me gusta.

-ARROZ A LA CUBANA.

      El Arroz a la cubana, arroz blanco lo llamamos en mi casa, me encantaba. Pero.....SIN HUEVO FRITO. En mi casa al menos, mi madre ponía un huevo frito. Hacia una forma de volcán con el arroz y en lo que sería el cráter ponía el huevo. El mío siempre se quedaba sin huevo. Y mi madre, siempre, intentaba colarme uno. Tampoco le echaba tomate. Me gustaba solo, sin nada. ¿no se llama arroz blanco? pues eso, blanco.

Ahora el arroz blanco me sigue gustando mucho, pero si lleva huevo frito ME GUSTA MÁS!! eso sí, sigo sin echarle tomate, por lo tanto sigo llamándolo ARROZ BLANCO.

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