Cuando el cáncer se cuela en tu vida.

El año 2015 acabó tan mal que necesitaba creer que era el fin del principio. 
A mi padre le volvieron a a diagnosticar cáncer, la primera vez que esta enfermedad apareció fue en 2009, de laringe, esta segunda vez (o tercera para ser más exactos) era de próstata con metástasis en los huesos, lo de la próstata ya se lo trataron, esa fue la segunda vez,  creo que en el 2010 o 2011, pero parece que no resultó del todo.


Febrero 2009:Aparece el cáncer de laringe. Los síntomas empezaron en noviembre cuando mi padre se quedó afónico. Una afonía que no remitía y en enero el médico de cabecera decidió mandarle por urgencia al especialista. Resultado: Operación. Laringectomizado. Tuvo que estar un mes hospitalizado, sólo podíamos estar una persona con él en la habitación, con mascarillas y mucho cuidado. A pesar del trauma que debe suponer dejar de respirar por la nariz para empezar a hacerlo por el cuello mi padre fue un valiente, la recuperación fue lenta pero firme. Tan solo una infección justo después de salir del quirófano. Nos dieron la buena noticia de que no necesitaría quimio ni radio pero 2 meses después de operar aquello se reprodujo y por fortuna pasan el caso a oncología, digo esto porque hasta ahora lo llevaban en otorrino... y el tratamiento que ellos proponían (seguir cortando) era cuanto menos una tortura. Así que le ponen tratamiento de quimio y radio y es ahí cuando los oncólogos le dicen que quizá no hubiese hecho falta operar, o sea dejarle sin laringe y sin voz, ni olfato. La quimio le va genial. Decidimos no pensar en lo que podría haber sido, es ya irreversible todo, y tirar hacia adelante. 

En Octubre de ese mismo año, 2009, recien acabado el tratamiento de quimio y radio, empieza a hacer cosas raras, como por ejemplo ir andando, pararse y mirar hacia un lado. Yendo al hospital a  una revisión, esa cosa rara le da conduciendo por la autovía. Va con mi madre en el coche, gira el volante hacia la derecha y se va contra un camión. No lo puede evitar. El coche queda hecho polvo. Mis padres sin un rasguño, salen vivos de milagro. En el hospital le dicen que tiene un tumor cerebral, meningioma.  El tumor es benigno, no tiene nada que ver con el cáncer. Se agravan los síntomas: de repente, estando de pie, mi padre se da una vuelta sobre sí mismo. No quieren operar, deciden tratarlo con medicación y controlarlo. Se controla, pero mi padre ya no podrá conducir. A día de hoy no ha vuelto a tener ningún síntoma más. 

En la primavera de 2010: Cáncer de próstata.  Esta vez, tras unas pruebas, la carta de los resultados llega a casa y allí leemos nosotros el diagnóstico, a bocajarro. Yo no sé si esto será muy lógico. Le hablan de un tratamiento nuevo, no merece la pena operar, son una especie de semillitas radiactivas que se colocan justo en el tumor (no recuerdo en nombre y la verdad, no quiero buscarlo). Parece que el cáncer de próstata se controla. 

Octubre del 2010. En un escaner aparece algo en el pulmón. Susto total, vuelta a empezar. Pulmón tras cáncer de laringe suena horrible.  Deciden darle quimio. El día que va a la primera sesión de la quimio les dicen que lo han estado valorando y que no creen que sea un tumor, que no le van a dar la quimio. Se lo controlan y en el siguiente escaner no aparece nada. 

Del 2010 al 2015 afortunadamente todas las revisiones van fenomenal. Le sube algo el azúcar y para controlar lo de la próstata se pincha unas inyecciones en la tripa. Toma mil pastillas y se cambia la prótesis que le permite hablar cada 3 meses o cuando está incómodo. Sí, mi padre habla, mucho. Hay personas laringectomizadas que aprenden a hablar sin necesidad de prótesis. Mi padre empezó a ir a la asociación de laringectomizados de Burgos, pero cuando le ocurrió lo de la cabeza tuvo que dejarlo. Nosotros no vivimos en la capital y desplazarse hasta allí se hacía demasiado costoso y complicado. 

En noviembre del 2015, hace unos meses, de nuevo aparece el cáncer en nuestra casa. Le sube el PSA y le duele la espalda. El diagnóstico no pinta bien: próstata y metástasis en los huesos. Jarro de agua fría. Las palabras cáncer y metástasis son duras. Le ofrecen darse una sesiones de quimio, 4 en principio, aparte de una medicación para fortalecer los  huesos que se la administran de forma inmediata. Empieza la quimio el día de la lotería de navidad:  22 de diciembre. 

Por suerte, mi padre no sufre efectos secundarios graves de la quimio. Pierde pelo (que ya tiene  poco pero no sé por qué lo aprecia), las uñas las tiene como si se le fueran a caer todas y tiene frío (pero no le hables de ponerse unas zapatillas calentitas o una bata para estar en casa, él con sus pantalones y sus zapatos). Esta vez ni siquiera le han bajado las defensas, come bien (mi madre se preocupa también de hacerle todo tipo de caprichos), duerme mucho, no ha perdido peso. Hace una vida normal y por suerte, no tiene dolores, ni los ha tenido en los huesos tampoco desde que le dieron una medicación para ellos (medicación que dejó de tomar a medida que remitía el dolor). La quimio se la ha estado dando cada 24 días. Tras 4 sesiones le hicieron escaner y parece que la cosa ha ido muy bien, todo se ha reducido bastante, los marcadores tumorales están donde tienen qué estar. a pesar de todo y como mi padre está perfecto deciden darle otras 2 o tres sesiones más, más flojitas.  La última fue en junio. Ahora mismo está perfectamente, recuperando su pelo. Tiene buen aspecto, energía y sigue con su vida normal, que por otra parte  no ha dejado de hacerla nunca.

Todo esto le vino a mi padre un mes antes de jubilarse, con 66 años porque había decidido cotizar un año más para que su pensión en vez de mierda apestosa, fuese solo de mierda. Mi padre ha sido autónomo. A los 66 años le quitaron el habla y empezó a respirar por un agujero en su garganta de la noche a la mañana, porque fue así, paso de tener laringe a no tenerla. Todo este proceso para mí ha sido duro por estar viviendo lejos, estoy a 600 km de mi casa. Lo peor, para mí, es la espera de los resultados de las pruebas. Lo más duro el día que le dijeron que le tenían que "hacer el agujero" porque nosotros lo sabíamos, pero él no. 

He pensado en lo peor muchas veces. He pensado que era la última oportunidad muchas veces. Esta última sobre todo. Me daba miedo lo de la quimio otra vez. El día que fuimos a confirmar el tratamiento, en diciembre, me fui a casa unos días porque no soportaba estar lejos, la médico dijo: Verás como te va a ir muy bien. Y yo me aferre a eso. Cada vez que he visto a mi padre le he visto muy bien. Estando lejos los cambios se notan más. 

Mi madre esta navidad no pudo más con el estrés, con llevar todo para adelante, porque además mi padre, además de tener una mierda de salud de hierro, tiene un carácter complicado. A veces insoportable. Y mi madre no sabe hacer otra cosa que cuidarle y hacerle demasiado caso. Así es que esta navidad llegó a su límite, normal. Y sufrió una subida de tensión muy grande. De aquella empezó a tomar por primera vez y en serio ansiolíticos, y la verdad que le han venido de maravilla. 

Este año 2016 empezó fatal. Horrible. A la falta de salud se unía en nuestro caso personal una  revisión de hacienda y un pedazo de multa por una mala decisión de mi suegro y un hijo que hizo caso (no, yo no voy a echar la culpa al asesor). Yo sigo sin trabajo. Y cada vez me siento más incapaz de buscar algo. A pesar de todo, como el 2015 no fue año que me gustase (gracias a que 2014 fue demasiado bueno) no me lo tomé a mal y pensé que nada podría ir peor. Y de momento no hemos ido a peor. Mi padre va evolucionando y ahora sé que la vez que más cerca ha estado de morir fue en aquel accidente. En estos años nos ha pasado de todo. La verdad. Cuando mi padre empezó con el cáncer yo me pasaba el tiempo buscando información en internet acerca de la enfermedad, testimonios de gente que hubiese pasado por lo mismo, en definitiva buscaba esperanzas. Hoy y aunque me está costando mucho escribir esta entrada, quiero dártelas a tí que estás leyendo y quizás estés en la misma situación. La vida es inesperada. Nunca sabes lo que habrá tras la esquina. El final lo sabemos todos. Pero no merece la pena dejarse llevar por la negatividad (yo confieso que incluso escribir esta entrada me da la sensación de provocar la fatalidad), es difícil pero hay que tener esperanzas. Y aprender a disfrutar de tus seres queridos. Entonces, cuando empezamos este calvario, recuerdo  a una compañera de trabajo que me dijo que el primer cáncer de su padre lo llevo mal, pero que la segunda vez fue peor. No es mi caso. La segunda vez ya sabía a qué atenerme. Sabía que hay que ir viéndolas venir poco a poco porque mientras no te digan lo contrario, todo puede pasar. La experiencia de cada uno es individual. Justo un mes antes del primer diagnóstico de mi padre yo había decidido, incluso ya lo había anunciado en la empresa, que me venía vivir a Murcia. No fue fácil y lo pospuse unos meses, en vez de en marzo, me vine en septiembre. En ese tiempo mi padre mejoró y gracias a eso pude negociar un finiquito.
Lo que quiero decir es que la vida no es como creemos que va a ser, por muy claro que lo veamos. Da mil vueltas y lo que más me gusta pensar a mí es que de un mal puede derivar un bien.

Jamás hubiera pensado en todo lo bueno que hemos vivido estos años. Sobre todo aquel día que tras una agónica revisión me vine a Murcia con el diagnóstico de un médico que fue demoledor. Y luego todo resultó ¡tan bien! En estos años mi padre ha rejuvenecido. A regañadientes unas veces y con ganas otras, han viajado, nada especial, pero más que yo sí, y eso me causa mucha alegría por ellos. Espero que una vez pase este bache en vez de quedar heridos, que puede ser, nunca sabes cómo acabará tu estado de ánimo, sean capaces de sobreponerse y volver a  salir y hacer pocas cosas, no son de hacer muchas, pero al menos tengan más ilusiones más allá de la de recuperar la salud.

Por mi parte deseo aprender la lección, la de darme cuenta de la suerte que tengo. La de dejar de compararme y compadecerme. Pero sobre todo la que quiero aprender y llevar a cabo es la de disfrutar de ellos. Quererlos y disfrutarlos. Ya digo que mi familia no somos happy flowers, a veces somos muy dañiños para con nosotros mismos y pecamos mucho de tener mucha teoría pero poca práctica. Pero ahí estamos. Creo que sí somos piña, a pesar de todo. 

Quizá sea una entrada inconexa y con faltas, pero es la manera en la que ha salido este pus emocional. Espero haberte ayudado si es que has llegado hasta aquí buscando un poco de consuelo. Si puedo escribiré más sobre ello. 

10 comentarios:

  1. Es una entrada profunda escrita desde la emoción total. Gracias por compartirlo con nosotras y fuerza tanto para ti como para tu familia. ¡Besos!

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  2. Entiendo que es una de esas entradas que hay que escribir para sacárselo de dentro. Me alegro de que tu padre, a pesar de todo, siga adelante, que al fin y al cabo es de lo que se trata.

    bEsos.

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  3. Muchas gracias Rocío y Ro.

    Escrita desde la emoción y el miedo a poner por escrito algo así, a pensar en ello, a veces te apetece olvidarlo...De hecho la empecé a escribir, la dejé, la retomaba...la volvía a escribir y ayer me decidí a publicarla porque estas vacaciones, hablando con una amiga del pueblo que ha perdido a su padre recientemente, me di cuenta de que desde mi experiencia puedo ayudar a "consolar" dar ánimos, esperanzas, sosiego o simplemente solidarizarme con otras personas que puedan estar pasando por esto.

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  4. Nunca jamás te comento pero hoy me has tocado y eso q a mi padre no le ha tocado ni una cuarta parte de lo que le ha tocado al tuyo. El mio tuvo cancer de prostata, afortunadamente curado y controlado, pero esa carta de la q hablas tb la lei yo y encima tuve que decirselo a mi propio padre, "papa es cancer", nunca se me olvidara eso... Cuantas lagrimas y miedo al recibir resultados, cuando lei en un informe que no habia metastasis llore tanto... Solo puedo decirte que animo y hay q ser valiente y por lo que se ve tu padre es fuerte como un jabato. Un beso

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    1. Y a mi me has hecho llorar tú. Joder, que vida esta! Muchas, muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.

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  5. Sé que a veces no te gusta que te lo digan, pero sigo creyendo que eres una valiente.

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    1. Solo puedo darte un abrazo y un besazo. Gracias preciosa. Ojalá mi valentía hubiese tenido que salir por otros asuntos... Pero dentro de todo sé que soy, somos, mi familia, unos valientes. En unas circunstancias que no deseo a nadie, por supuesto. Un abrazo amiga.

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  6. Hola, acabo de descubrir tu blog, es genial y lo voy a poner a favoritos. Mi padre pasó algo similar hace años y doy gracias que se recuperó muy bien, pero desde aquello que siempro vivo asustada cuando tiene la revisión anual... Me has hecho llorar, sobretodo en el penúltimo párrafo, pues después de eso tomo la vida de otra forma: procuro verlos lo más a menudo que puedo (viven a 100 km), no los hago enfadar y me callo mis preocupaciones para que no sufran. No soporto ver como se hacen mayores (debe ser que ya tengo 40) y no soporto pensar en el día que ya no estén, me hundo pensando en esas cosas (que cuando tenía 25 no pensaba).

    Me encanta como escribes, tu sinceridad me emociona.

    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias por tus palabras. Últimamente no escribo muy a menudo por aquí, pero sí leo lo que me ponéis. Mucho ánimo y buena suerte.

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