Ayer me pasó algo muy extraño. Pasé por delante de la puerta de un Primark. ¡¡¡Y no entré!!! Os lo juro por lo que más quiero.
No sólo no entré, ni siquiera me paré en la puerta, ¿en la puerta? No miré ni el escaparate.
Vi que era un Primark, claro, las letras son grandes y mi cerebro procesa todo lo que pasa delante de mis ojos:
- Ahí hay un Primark - me advirtió
Esto que ocurrió en cuestión de segundos, visto en cámara cerebral superlenta sería algo así:
Cerebro normal: - Ahí hay un Primark
Cerebro loco: - Ahora tienes que experimentar una sensación de arrebato orgásmico que te deja patidifusa y no puedes pensar en otra cosa que no sea: Primark, Primark, Primark...
Cerebro raro: - No noto nada de nada.
Cerebro loco: Algo falla, debes convulsionar y sentir deseos irrefrenables de entrar dentro.
Cerebro raro: ¿Dónde cojones estará el Lefties de las narices?
Cerebro loco: ¿Lefties? !De qué vas tía¡ !!PRIMARK PRIMARK!! ¿Es que no lo ves? ¿Pero es que no estás de compras?
Cerebro raro: Sí, estoy buscando un plumas. Estoy de compras pero Primark no me pone.
Cerebro loco: Entra, entra, entra. Aquí hay millones de cosas super chulas que después de darte una vuelta y perder toda la tarde te llevarán a...¡no te irás sin un paquete de bragas a casa!
Cerebro raro: Voy a ver si atajando por los baños encuentro el Lefties de las narices.
Cerebro normal: - Paso
Esto me pasó ayer, en un centro comercial, al que fui en busca de un plumas. No es que fuera al cine y el Primark se cruzará en mi camino. Iba de compras. Pero yo soy rara. Igual de rara que toda esa gente que hace colas interminables para entrar en el Primark de Gran Vía de Madrid. La verdad, que cuando lo vi, ilusa, pensé que menuda tontería esa de montar un edificio estilo palacio de Disney para quitarlo en una semana.
Porque la razón de que la gente haga una cola de ese tamaño será que esa tienda la van quitar en una semana, le dije a mi murciano cuando vi la noticia en la tele. Porque esa es otra, mira que no pasan cosas interesantes en el mundo y digo interesantes que no importantes (esto mejor lo obviamos) como para incluir dentro de un informativo con pretensiones de seriedad la apertura de una tienda de ropa y las largas colas de gente que van a pasar el día o la semana al Primark. - No, no lo van a cerrar, nenica, me dijo mi marido. Al menos no tienen esa intención. Ese Primark seguirá ahí la semana que viene, el mes que viene, el año que viene, el lustro que viene, el siglo que viene.....Bueno igual el siglo que viene ya no. Pero no lo van a cerrar, próximamente no.
- ¿Entonces será que lo van vaciar y van a vender otras cosas?
- Vaciarlo tampoco, renovar, ir cambiando sí claro, es moda y la moda ya se sabe...pero vaciarlo así de dejarlo vacío total, no.
- ¿Pues estarán regalando las cosas?
- ¿Tú quién crees que son los tontos, los que esperan fuera o los dueños de la tienda?
- Ahmmm, entonces, entonces...¿la gente es imbécil?
- Psss, err... humm...fsss...uff...aff...pssssii, seguramente.
- Ok, me quedo más tranquila, si es cuestión de gilipollitis aguda tarde o temprano sacarán la vacuna.
- Pufff....no creo.
- Entonces mejor evitar el contagio.
- Va a ser que sí.
Mi cerebro, el raro, ha pensado que Primark etimológicamente da mucho juego. Primark puede derivar de prima, y de prima: primo. Y de primo pasamos a una usual expresión: hacer el primo, lo que significa: ser un pringao. Y de ahí a: hacer el Primark hay una línea muy delgada, muy fina. De manera que el Diccionario de la Real Perriacademia ha incorporado las siguientes locuciones:
- Eres un primark.
- Hacer el primark.
- Comportarse como un verdadero primarker
- Vete a primarkear a la (gran) vía
- No eres más tonto porque no vas más al Primark
- Lo que la naturaleza no da el Primark no lo vende ( (Quad natura non dat, Primarktica non praestat)
- A palabras primark oídos sordos.
Soy rara. Ya lo decía el título.
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Shangai (1949) Cartier Bresson |