De Todos los Santos a la corrupción murciana. Mini postencadenado.

Me he ido a pasar el puente de Todos los Santos fuera para comer buñuelos hasta hartarme  y a la vuelta me he encontrado de bruces con Halloween, en forma de huevo estrellado, contra la persiana de mi terraza. Y es que al final nos sale la hispanidad por todos los poros. No hay cómo coger una tradición anglosajona y revestirla de mala educación. Ni sé, ni me interesan las reglas de este halloween de calabazas, zombies, sangre por doquier y pustulas purulentas en cuerpos desmembrados. No tengo niños a quién disfrazar, ni a quién enviar de casa en casa a pedir caramelos o lo que sea que se exija pida en esta locura jalogüina. No me interesa. Pero si a mi puerta llama un grupo de chavales, encantadores, que lo están disfrutando, seré la primera en participar de su juego, pero si a mi me ventana llega un huevo estrellado de la mano de cuatro maleducados que no saben, ni entienden, ni nadie les ha explicado que las reglas del juego no son las de joder al personal, entonces al año que viene lo único que tendrán cuando vuelvan y les abra, será un "largaos de aquí y ojito con tirar nada" y me da igual si pagan justos por pecadores. 


Me da igual si pagan justos por pecadores parece que sea la argumentación que esta semana pasada ha defendido en Murcia, al hilo de la Operación Púnica, el presidente de la región y todo su acompañamiento. Ha sido muy discutida la dimisión de 3 altos cargos de los que, al menos en uno de los casos, es más que dudosa su implicación en ningún tipo de asunto turbio. Servidora, también duda mucho de la corrupción de una de esas tres personas, sin embargo tras llevar toda la semana escuchando cosas como "la dimisión por respeto" "la generosidad de estas personas por dimitir" he terminado por estallar. 
Lo del acto de generosidad huele a podrido. Primero por ellos: ¿Han decidido inmolarse por qué? La  única defensa de la que han hecho gala ha sido la del  argumento de «la tremenda injusticia». Pero no tienen agallas o les falta dignidad para decir alto y claro que son cabezas de turco, que antes que ellos deberían dimitir muchos «colegas» que trabajan para, militan, simpatizan o campan en el partido que a ellos les puso y les ha quitado, sin honores, de sus puestos de trabajo. Están imputados en Murcia el alcalde, el delegado de gobierno y varios consejeros, entre ellos el de educación. 
Me rechina lo de la tremenda injusticia porque se creerán que somos tontos, los de a pie, y no nos damos cuenta del lavado de cara. Me rechina porque parece que somos los de a pie los que los hemos condenado antes de tiempo, cuando han sido aquellos a los que  representan y con quién comparten ideología los que han decidido que ellos paguen el pato del hartazgo de la ciudadanía con la corrupción.
No me basta con escucharles proclamar su inocencia. ¡Hablad claro y alto!  y sino pensaremos que quizá no tengáis culpa para abandonar así vuestros puestos, pero tampoco merecéis otra cosa si termináis vendiendo vuestra propia dignidad. Hablad alto y preguntad  a quién os puso y os quitó, por qué vosotros sí y otros tantos no. Exigid, desde vuestra proclamada honestidad, la dimisión de los otros y dejad de echarnos la culpa al pueblo por pensar que sois todos igual de corruptos, porque lo pensamos. Porque lo sois. Mientras vuestras bocas estén selladas, amordazadas y al servicio de quién os da u os quita cargos, como mínimo sois cómplices, eso a mis ojos, os hace culpables. 
Dejaos de respeto, de injusticia y de eufemismos. Revelaos contra esa generosidad que tanto alaba el señor Garre. No se dimite por generosidad, se dimite por negligencia, por responsabilidad  o por obligación. Y a veces por vergüenza.  Decidnos bien claro por qué habéis dimitido vosotros. 
Mientras tanto, si ni siquiera vosotros mismos respetáis vuestra proclamada dignidad, vuestra integridad y decencia, vuestro honor, no esperéis que seamos los demás quienes lo defendamos. 













1 comentario:

Ahora me encantaría saber qué piensas tú