Hola P.L.
No se si te acordarás de mi, soy Perri, fui alumna tuya en Takusirinka,
allá por el curso 86 – 87 si no me fallan los cálculos. De lo que hace mucho
tiempo, ¡24 años!
Si me
recuerdas estarás sorprendido (y si no me recuerdas lo estarás más). Te
preguntarás por qué después de tanto tiempo me pongo en contacto contigo. La
verdad es que guardo muy buen recuerdo tuyo. Como profesor puedo decir que has
sido, sino el mejor, unos de los mejores que he tenido. Me he preguntado muchas
veces cómo estarás.
A mis 36
años decidí que mi vocación era la enseñanza. Me lié la manta a la cabeza y me
presenté a las oposiciones. Durante todo un año dedicado casi en exclusiva a
pensar cómo “ser una buena profesora y no
morir en el intento” me he acordado ¡tantas! veces de tí. Y en la era de
internet, a una entusiasta de este medio como yo, no se le podía escapar
encontrarte. Reconozco que quizá esto es un poco invadir tu intimidad. Busqué
tu nombre en google y navegando llegué a saber en qué instituto trabajas,
decidí enviarte este mail allí. De todos modos no se si este correo finalmente
te llegará, ni quién lo leerá antes que tú en el caso de que te llegue, por lo
tanto voy a dejarlo aquí.
No quiero
entretenerte más. Si te parece bien a mi me encantaría que me dieses alguna
dirección tuya, y así podría escribirte una carta más larga contándote un poco
de mi vida, que desde 2º de BUP algo ha dado de sí.
A mi me
gustará mucho saber de ti.
No vivo
en Dosijimoari, estoy en Rindosimiki, aunque suelo ir a Takusirinka, muy a
menudo. Sigo sintiéndome profundamente arraigada a mi pueblo.
P.
Perdona por esta forma tan extraña de ponerme en contacto contigo. La verdad es
que pensé llamar al teléfono del instituto, pero me parecía más sencillo y
menos invasor escribir.
Te mando
un abrazo muy, muy fuerte.
Topiyander
¿Sabes? Yo si que mandé una carta de este estilo. Aunque no recibí respuesta. Fue mientras cursaba el máster.
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