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Venciendo al miedo a conducir.

Tengo pendiente volver a contar mi experiencia conduciendo. Ese miedo que pulula por ahí, en mi cabeza, junto a otros y que este año me propuse "volver a superar". Y estoy lográndolo. De hecho ahora soy la chófer oficial de mi casa y que todos los que han ido en coche conmigo coinciden en algo: conduzco de maravilla; tranquila, segura, suave,  son algunos de los calificativos que he escuchado sobre mi conducción. 

A estas alturas llevo ya unas cuantas horas de conducción, desde que volví en enero conduciendo por el polígono vacío, hasta hoy que me hago casi 400 km cuando vamos a Perripueblo. Me queda conducir sola, esta vez ese reto aún no lo he afrontado. 
Me da respeto, vergüenza: aparcar; no miedo, el miedo aparcando no es por el hecho de hacerlo, nadie se mata aparcando, sino que es el miedo a hacerlo mal y  tener testigos de ese hecho. Es decir alguien detrás viéndote, esperando y maldiciéndote (esto es cosa mía, a veces habrá alguien así pero tras seguro que no). Porque lo de aparcar es eso: miedo al qué dirán. Pienso: si aparcara sola, si pudiese hacerme invisible cada vez que aparco me daría tanto "terror" tener que hacerlo y me respondo: no, aunque tardase 2 horas en hacerlo me daría igual. Luego ahí tengo un problema identificado.
¿ Algún psicólogo en la sala que me diga cómo superar el miedo a hacer el ridículo? 

Cuando empezó el año y me propuse conducir de nuevo apareció otro miedo en mí: el de no lograrlo. Por qué iba a conseguir esta vez conducir, me preguntaba. Mi mente, que es mi peor enemiga, no paraba de repetirme algo así como que eso de conducir ya lo intenté antes y que si la última vez que fui capaz hasta de irme sola con el coche lo dejé, lo abandoné y no fui capaz de conducir ¿por qué iba  a hacerlo ahora? No seas ilusa, NO-LO-VAS-A-LOGRAR. 

A la vida hay que darle una, dos, diez, cien, mil...oportunidades
No sé si a los demás les pasará esto pero a veces actúo como si no tuviera más que una oportunidad de hacer algo, o lo que es peor me pongo la barrera yo solita: si no has sido capaz de hacer esto, no vas a lograrlo nunca. 
Incluso voy más allá. Una de las peores sensaciones que yo tengo es la de sentirme muy insegura cuando tengo que enfrentarme a algo que me da miedo pero que ya se he sido capaz de hacer antes. Conducir es el mejor ejemplo. Cuando acabo de coger el coche me siento emocionada de haber sido capaz de lograrlo y encima con buen resultado. Me digo a mí misma que si quiero puedo. 
Eso nada más acabar. Pero tan sólo hacen falta 30 minutos más para que mi mente, perversa, me traicione y me niegue lo que acabo de conseguir, como si lo hubiese hecho por casualidad, sin ser consciente de lo qué hacía. Me hace creer que cuando tenga que conducir de nuevo no voy a saber hacerlo.  Así que la siguiente vez que tengo que enfrentarme a ello, aunque sólo sean 30 minutos después de haberlo hecho, mi primer pensamiento es: No puedo. En vez de: Soy muy capaz.
Es por eso que intento escaquearme, huir de ese momento. Buscar excusas para no hacerlo. Y las excusas las tengo de todo tipo.

Pero yo soy una chica muy apañada y he encontrado una solución a esto, ¡alegría!: pasar de mí misma, despreciar a mi mente, no escucharme, y ¡conducir, conducir, conducir, conducir! Es  decir darme la oportunidad de nuevo. Porque no pasa nada por volver a intentarlo. Es más, es que hay que volver a intentarlo. ¿Cuántos deportistas de élite no lo hubieran sido si la primera, segunda, cienava vez que fracasaron no se hubieran dado la oportunidad de seguir intentándolo? Posiblemente todos y cada uno de ellos.

La vida es así, a veces estamos en lo más alto siendo los mejores y otras veces, haciendo lo mismo, somos los últimos o ni siquiera llegamos. A mí me genera mucha inseguridad esto. Posiblemente no estoy educada para aceptar el fracaso y no se trata de no saber gestionar la frustración, se trata de cómo me ven los demás, de miedo a ser ridícula, de miedo al qué dirán de mí si aparco fatal, qué dirán de mí si saco un 0 en la oposición...
Yo sé que la mayor parte de la gente piensa que Nadal es una tenista excepcional que se curra su trabajo, se esfuerza al máximo y lo da todo en cada partido. Pero no es infalible y aún siendo así de bueno algunas veces falla como un principiante.
¿Hay alguien que fuese capaz de decir hoy por hoy que Nadal no vale para el tenis? Claro alguien habrá, pero a esa persona la mayoría la consideraríamos una necia o una envidiosa.  De todos modos seguro que él, Nadal, más de una vez ha pensado en mandarlo todo a la mierda y es que eso lo pensamos todos. Pero cuando ese pensamiento viene gobernado por un miedo que nos paraliza para lograr algo bueno hay que superarlo y ¡darse otra oportunidad!

A veces somos un poco tontos y vivimos al revés. Yo al menos me he dado mil oportunidades en temas que no debería haberlo hecho y me niego o pongo mil obstáculos para otras que sé que me van a hacer la vida más agradable.

Tardé un poco en entender el anuncio aquel de Be water...Tardé en captar el mensaje de que hay que adaptarse a lo que nos venga, moldearnos, intentar que nuestro cuerpo y mente adopten las formas de lo que se viene encima y no oponer una resistencia férrea a todo lo que nos ocurre y luego ya sí eso tirar hacia delante. Yo soy de resistencia, de poner ese muro delante, de decirme que NO, en mayúsculas antes de intentarlo, es como si me hiciera la dura ante mi propia vida, para luego recular y querer intentarlo o no intentarlo porque llega un momento en el que me da vergüenza reconocer que me he equivocado y el orgullo machaca al sentido común.

El sábado pasado quise ir a conocer Aledo, un pueblo de Murcia en plena sierra, una Murcia desconocida para mí. Para llegar a Aledo la carretera no es la mejor del mundo. Es una subida de montaña pronunciada, a ratos estrecha, aunque reconozco que sin precipicio y con buen firme. Desde que preví que podía volver a currar como profe (eso ha quedado en nada) me propuse conducir más en serio, no ponerme barreras y aceptar que tengo que conducir siempre que cojamos el coche y lo llevaba muy bien. Casi un mes sin poner excusas, llevando el coche a todas partes, donde fuera. El sábado me tocaba llevarlo y lo tenía claro, pero cuando fuimos a sacarlo de la cochera ese "miedo" volvió y convencí a mi marido de que no me apetecía conducir, de que lo llevara él, de que no era cosa de miedo sino que simplemente no me apetecía igual que no apetece alguna vez planchar...fregar...Y él me creyó, me hizo caso. Hasta que en la subida a Aledo pensó que esa carretera era ideal para hacerla yo y superar otro reto. Paramos a visitar el Santuario de la Santa de Totana y desde allí a Aledo había ya muy poquita distancia así que me dijo que llevara yo el coche. Yo sabía en mi fuero interno que si quería podía, estaba segura de que iba a poder, pero mi inseguridad era más fuerte que mi decisión y me empeñé en que no cogía el coche.
La cosa llegó hasta el límite de que mi marido se cabreó y decidió que o llevaba yo el coche o nos volvíamos a casa y fin de semana a la mierda. Volvimos a bajar todo la carretera, y yo fui pasando del cabreo más absoluto con él, por haberme fastidiado mi plan, hasta la reflexión de que mi postura estaba siendo de niña pequeña y de tía ridícula y cagada. Abajo, en una gasolinera paró el coche y me dio otra oportunidad: la de llevarlo yo. Y acepté. Es que no me merecía la pena resistirme porque tras esa inseguridad sólo iba a haber enfado, desilusión, reproches y mucha más inseguridad la próxima vez que tuviera que conducir. Así que lo cogí y ¿qué pasó? Pues nada, que conduje más tranquila que nunca y de maravilla. Peligro y miedo cero. Todo estaba en mi cerebro. Media hora después no fui capaz de bajar el coche por el mismo sitio que yo lo había subido. Empate a 1. Había llovido, estaba lloviendo...en fin, canguelo mental. Pero en ese caso hice un trato, no lo bajaba, pero desde Totana lo llevaba yo hasta casa. Y lo cumplí.


Hay que darse oportunidades. Aceptar los retos. Superar miedos. No oponer resistencias absurdas y por supuesto, aceptar que a veces vamos a fracasar. No pasa nada si somos capaces de intentarlo y volver a intentarlo así hasta el infinito.

Mi miedo a conducir es una cosa extraña, porque cuando lo hago disfruto. Según me dicen tengo miedo a situaciones o momentos de la circulación que todos tememos, al menos cuando no tenemos mucha experiencia: nudos de carretera con tráfico intenso, salidas de autovía sin apenas visibilidad, tramos peligrosos, carreteras estrechas de montaña...Lo normal.

Por cierto si no hubiera conducido me hubiese perdido  unas vistas espectaculares desde Aledo.



 Conocer el que es hasta la fecha el lugar más cuidado y limpio de Murcia, el Santuario de Santa Eulalia, un lugar con un encanto especial.









Comer de maravilla, entre otras cosas, un conejo frito con patatas al ajillo en un lugar típico y popular, el Hermanos Mandola.
Respirar ese aire puro de sierra tras la lluvia...ay ese olor a tierra mojada, a fresco, a vida, a salud. ¡Ese olor! Salimos de comer y nos quedamos allí respirando un buen rato, es que merecía la pena tanto o más que la comida.



Anteriormente:
http://sentidosysinsensentidos.blogspot.com.es/2012/04/miedo-conducir.html
http://sentidosysinsensentidos.blogspot.com.es/2012/07/el-reto-de-conducir-sola-o-cuando-las.html
http://sentidosysinsensentidos.blogspot.com.es/2013/11/la-radio-y-este-blog-unidos-por-mi.html

Por lo que pueda pasar el sábado

El sábado me examino de la primera parte de la oposición. 
Podría decir que estoy atacada, pero no lo estoy. Hasta el viernes lo estuve, pero ahora, hoy, no es así. 
No se qué pasará el sábado pero hay muchas posibilidades de que me vuelva a casa cabizbaja y derrotada, derrotada en una batalla, la más importante, sí, pero no en la guerra. 
Cada vez que he escrito sobre la oposición de este año ha sido para quejarme, lamentarme, echarme tierra por encima. A pesar de que era consciente de que estaba dando pasitos o pasos hacia delante. Es verdad que al principio me costó muchísimo. Tanto que ponerme delante de un texto para hacer su comentario me daba dolor de barriga. Tanto que he llorado delante de un texto (y de dos y de tres) que tenía analizar sintácticamente porque no sabía ni por dónde empezar. He llorado, he sudado, he maldecido, he organizado muy mal mi tiempo porque necesitaba aprender cosas que no sabía, o no recordaba o no estaban al nivel que esto exige. He llegado a tardar varias tardes, con sus 4 horas para analizar un fragmento. Ahora soy capaz de hacerlo, bien, en veinte minutos.
He ido a todas las pruebas de simulacros de examen de la academia, a pesar de que no es obligatorio, de que podía haberme evitado el mal trago. Pero sobre todo a pesar de mi miedo a hacerlo mal. En todas he salido muy airosa, incluso he sido ejemplo para los demás...¡¡con el comentario!! Yo. Pero la última, la última ha sido la inyección que necesitaba, ha sido la que me ha dado el apoyo de saber que, a pesar de que la batalla del sábado es la decisiva, a mi me da igual perderla, en el sentido de que yo se que he aprendido, que no he perdido el tiempo, que he mejorado, que soy otra. 
No solo estudio la oposición para lograr la plaza, en realidad eso no me lo he planteado nunca. Sí trabajar pero nada más. Este año, además, he tenido la oportunidad de aprender de nuevo y mucho y eso me lo llevo. Y eso me refuerza en mis ganas de ser profesora, porque a pesar de todo, mi miedo mayor es el de ser una mala profesora. Y este año algún paso he dado para que eso no sea así.

Estoy muy orgullosa de mi misma. Mucho. Me dará mucha rabia si el sábado sale un tema que no he preparado, si el comentario me viene grande porque aluda a cuestiones que no he podido preparar. Me dará rabia porque no voy a poder demostrar en el campo de batalla que me he esforzado. Aún así, mi recompensa la recojo hoy. 
Lo del sábado es a vida o muerte y a mi no me van las cosas tan extremas. 
Si me sale bien, entonces la recompensa será completa. 

Suerte a todos los que estáis a las puertas de exámenes. SUERTE y no perdamos la confianza. Cada examen que yo he hecho he pensado que estaba mal, fatal. Igual es que me quiero poco, que me exijo mucho o que soy un poco idiota. 
El caso es que voy a ver si empiezo a creerme que soy un poco lista. Un poco. Lo justo para que el miedo no me paralice y la humildad nunca me falte.



Llegar la última en una carrera y sentirse feliz

El pasado día 30, corrí mi primera carrera. La San silvestre de mi pueblo. O sea la PerriSilvestre. Y llegué la última. 

Llegar la última, en una carrera de 2,5 km, cuando llevas entrenando casi un año, no lo voy a negar, ¡fastidia! No te gusta. Por mucho que lo esperes, que yo lo esperaba, porque se que voy despacio, porque a pesar de la poca distancia, los últimos 500 metros fueron en cuesta arriba, arriba, pues por mucho que lo esperes, la sensación de quedarte la última, sin posibilidad de alcanzar a los demás, desde el principio de la carrera, es una ¡mierda! 
No solo iba la última (aunque no iba sola, mi cuñada y un amigo de Perri pueblo me acompañaban en mi último puesto), sino que iba muy por encima de mis posibilidades. Demasiado deprisa para tirar a ese ritmo toda la carrera. Mi pulsómetro llegó a sobrepasar las 200 pulsaciones, y eso, para los no entendidos en esto, es demasiado. Se supone que mi máxima frecuencia cardiaca debería ser de 180. 
La sensación fue horrible. Lo único que me salvaba era que estaba tan nerviosa, que el correr como pollo sin cabeza, que es como iba, me ayudó a liberar esa maldita tensión nerviosa. En reposo ya salí con 135 pulsaciones. Me puedo imaginar que habrá gente a la que esto le cause risa, que diga que ¡vaya tonteria de tía soy! que por 2,5 km...que eso no es ná...que ni que hubiese corrido la maratón. ¡Pues para mí es igual que haber corrido la maraton! 
Lo pasé fatal, es verdad. No fui capaz de disfrutar en ningún momento de la carrera, porque iba demasiado detrás de la penultima persona, porque ir corriendo y ver que estás al límite no es agradable, porque llevar detrás el patrol de la guardia civil de agobia, porque aunque no quieras tú intentas ir al ritmo de los que más corren, porque me sentía insegura, porque no fui capaz de pensar en ningún momento en la hazaña que estaba haciendo. Durante la carrera nada de lo que había previsto me salió. LLevé mi música., como hago siempre, pero no la pude disfrutar. Es verdad, no corrí sola. En un momento dado, mi cuñada apretó un poco más y nos quedamos mi amigo Fernando y yo. Le dije que tirara si quería, que yo no podia ir más rápido, pero me dijo que él tampoco podía tirar más y que iba muy cómodo yendo al final. Y juntos, de la mano, entramos en la meta. Poco antes en la cuesta arriba, estuve a punto de pararme, de hecho paré de correr en dos tramos, di tres pasos escasos, pero no me permití pararme, y volví a sacar fuerzas de no se donde. Y sus ánimos me ayudaron a llegar. Y la gente gritandonos. Es que éramos los últimos y los penultimos habían pasado hacia al menos 30 segundos. O sea que éramos últimos en solitario. No en pelotón. Detrás nuestro, los guardias. 


Y ahora os voy a contar lo que pasó después de pensar que aquello había sido una mierda. Un despropósito, una cagada, un desastre, una cutrez de carrera. 

Cuando logré recuperar el resuello lo primero que hice fue ir a buscar a mi compañero de carrera y darle un beso. Luego busqué a mi gente, los que habían corrido también: mi chico, mi hermana y su marido, la hermana de mi novio y su marido. Todos ellos habían participado porque yo me propuse el reto de hacerlo hace un año. Yo estaba cabreada, me sentía fracasada, mal, dije que aquella carrera me había quitado las ganas de seguir corriendo. Que había sido un desastre. Seguía ciega. 

Hasta que me dijeron el tiempo en el que YO había hecho la carrera y ví, que me había superado a mi misma ¡de una forma espectacular! El día antes, que estábamos todo el rato planeando la perrisilvestre, mi cuñado murciano, un runner experimentado que ha corrido hasta la maratón de New York, me puso un tiempo en el que según él tenía que acabar. Yo me reí y dijé que ni de coña. Y lo superé. 
Pero eso, el ir más rapido, no es lo importante. Para nada. Ése es el error. 
Cuando fui capaz de serenarme, empecé a disfrutar. Me di cuenta de que sólo un año antes hubiese sido incapaz de correr 100 metros. Que a pesar de que me quedé atrás, apreté, me superé, no me rendí. fui capaz de seguir, de sacar fuerzas de mi interior que no tenía ni idea de que estaban ahí. Llegué al final porque en realidad sí supe dosificarme, porque los entrenamientos de todo un año, me sirvieron para saber que yo soy capaz de recuperarme incluso yendo al límite. Y esto lo hice a mi ritmo, a mi manera, delante de la gente de mi pueblo. LLegué la última, sí. Pero llegué, lo hice, superé mi reto, me superé a mi misma y a partir ahora, cuando vuelva a correr, ya nada será igual. Ponerte un reto y lograrlo, es ¡una pasada! 


La PerriSilvestre es una carrera corta, sí. Aún así se presenta bastante gente de clubs de atletismo, o sea que no es una carrera baladí, posiblemente tenga más complejidad que otras San Silvestres, multitudinarias, donde la gente va más de paseo y a su rollo. Aquí no. Aquí no hubo eso en ningún momento. Y es que a esta carrera se presenta mucha gente para hacer marcas. Y no olvidemos que esta tierra castellana es tierra de corredores. En fin, que aquí la peña apretó de lo lindo. Que nada más salir iban escopetados. Rápido. De paseo nada. Pero oye que hubo gente, por la que yo no hubiese dado un euro, amigos del pueblo, fondones, con sus barrigas y sus 40 y tantos, incluso 50 y 60 tantos, que llegaron bastante  antes que yo. 
O sea que en esto de las carreras y del correr hay muchos misterios que yo aún desconozco. 

En estos días, concretamente el día 2, ha sido el aniversario de mi blog. Dos añitos. Otro reto superado. 


Esa del gorro rosa soy yo. Sufriendo.






El reto de conducir sola o cuando las cosas sencillas me hacen feliz.



Acabo de superarme, de retarme y de salir victoriosa.

 Acabo de hacer mi primer viaje ¡¡¡SOLA!!!  conduciendo yo el coche!!!.

Mi pasado como conductora ya lo conté aquí.  Resumo:
  • Me saqué el carnet en 1991, siglo pasado,  y no conduje nunca.
  • Le cogí miedo, PÁNICO tanto a conducir como a IR EN COCHE.
  • No podía ir en coche con cualquier persona. Lo pasaba fatal.
  • Intenté volver a conducir en verano de 2010 y tras casi 3 meses practicando, volví a abandonarlo. Por puro miedo.
  • En mi primer trabajo de profesora me tuve que buscar la vida para poder ir y venir de un instituto a 60 km, mi novio tenía que dejar su trabajo (por suerte podía) para llevarme y venir a buscarme, el ultimo día tardé 3 horas en hacer un camino que en coche eran 40 minutos y el resto tuve que hacer algo que detesto: pedir favores.  Y las caras no siempre fueron agradables...

Empecé a pensar que tenía que conducir y cambié el chip de mi cabeza de MIEDO A RESPETO Y  DE RESPETO A VALOR y de VALOR A TÚ PUEDES!!! y

HOY HE HECHO MI PRIMER VIAJE SOLA. Y ha sido ¡¡¡genial!!!


Si alguien que tiene miedo a conducir me lee, quiero decirle que SI YO LO HE LOGRADO, LO LOGRA CUALQUIERA. No hablo de conducir. Hablo de superar el miedo. De superar barreras mentales. De tirar hacia delante y pensar que se puede.

Llevo muchos días posponiendo la oportunidad de coger el coche sola. A decir verdad lo había cogido antes, para ir por aquí por la localidad en la que vivo. Cuando conduje sola por el pueblo también fue un reto superado para mí. Y me sentí feliz de haberlo logrado.

Ayer hice, con mi novio de copiloto, el mismo recorrido que he hecho hoy sola. Para ir más segura. A la vuelta, no obstante, me he perdido un poquitín de nada, pero lo justo para perder un poco los nervios. De todos modos en ese momento,tranquilamente, he pensado que no pasaba nada, que seguro que sabía salir de esa y así ha sido.

De verdad que he ido genial. Me he puesto música y el viaje de ida ha sido más tenso, iba menos relajada, pero tampoco nerviosa. Iba en modo PRECAUCIÓN TOTAL, pero no en modo QUEMEMATO, QUEMEMATO. Y a la vuelta he venido mucho más relajada, cantando e incluso bailando un poco.

No me puedo creer que esté escribiendo esto. Y espero que sirva para ayudar o animar a alguien que crea que tiene esta batalla perdida. De verdad, yo he sido muy, muy, muy miedosa. He dejado trabajos porque tenía que ir en coche. He dejado oportunidades porque el coche era necesario. He huido del coche. Y ahora estoy en el camino de lograr llevarme yo solita de aquí para allá. Y me encanta pesnar que puedo.

Para mucha gente conducir es como lavarse los dientes. Para mi, como dice mi hermana, ha sido y de momento sigue siendo: UN ACONTECIMIENTO. Pero confío en volver a repetir mi HAZAÑA. Porque es que además lo he disfrutado.

Aparcar.
Jejejejejeje!!! se que esto al final se convierte en la peor pesadilla. En el lugar al que iba, un colegio por cierto a llevar un currículum, había una maravillosa explanada para aparcar sin problema ninguno. Otra cosa ha sido al volver a casa, que lo he dejado y no del todo bien, tras hacer 1254 maniobras. ¿He pensado que alguien me estaría viendo?. ¿me ha dado vergüenza ser tan patosa?, peroooooo entonces me he acordado del ministro Montoro y del presidente Rajoy y demás familia, que se pasan el día mintiendo descaradamente sin ningún pudor y he dicho, QUE ESTE GOBIERNO SIRVA PARA ALGO: ¡¡FUERA COMPLEJOS!!!. Lo he pasado mal, un ratito.
Pero solo es vergüenza y dicen los que saben que a aparcar se aprende APARCANDO.


En futuros posts hablaré sobre:

La mala educación de los conductores, esos que se creen que todos los demás somos imbéciles porque no vamos estresados por la vida. Esta vez los dejo tranquilos, porque prometo ser muy, muy, muy cruel con ell@s. De verdad que sois lo peor. De lo peor.