La nostalgia te pilla desprevenida. De repente, un olor, una canción, un sabor, una circunstancia, un momento, una persona, un libro, una película... te traen un recuerdo y la nostalgia se apodera de ti. Se te agarra fuerte a una parte del cuerpo que está entre el corazón y la garganta y a veces baja hasta el estómago y te da un vuelco al alma.
La nostalgia, a veces, te pone en contacto con un yo tuyo, que ya no existe, pero que desde luego sigue dentro de ti. Y lo mágico es cuando eres capaz de hablarte a ti misma, desde el tiempo, desde la madurez, desde la sabiduría que te ha dado cumplir años. Tu yo del ayer te mira cómo diciendo ójala hubiese sabido reconocer a tiempo que no tenía ni idea de nada. Y tú te enterneces recordándote tan inocente, o tan boba. O tan idealista y fuerte. O puede ser que, con la sabiduría que te ha dado el tiempo sí, todavía seas esa chica que creía que frases como:
La vida no es así, con sueños que terminan sin comenzar, hay que apretar los puños y pelear, ¡no te desanimes, busca quién te ayude y ¡vive!
eran verdaderas declaraciones de intenciones y que sólo con decirlas bien alto serías invencible.
La nostalgia, duele. Echar de menos algo que ha sido tuyo, recordarte a ti en momentos que jamás van a volver es aceptar que una parte de ti muere cada segundo que pasa. Duele no poder volver jamás, a ser una niña saboreando el primer día de vacaciones de verano. Duele no poder estar otra vez en esa verbena en la que el chico del que estabas enamorada te pilló desprevenida y te dio el beso de tu vida. Duele no volver a sentir la alegría de haber aprobado la carrera, o la emoción y el agobio de dormir por primera vez a 200 kilómetros de casa, sabiendo que a partir de ahí, tu habitación, ya solo lo sería para fines de semana y períodos festivos. Duele no poder patinar en charcos, no oler a ajo en navidad mientras tu madre preparaba la cena de nochebuena y tú hacías las tareas del cole y duele no levantarte los sábados, desayunar pan con chocolate y ver la Bola de cristal jugando al Exin Castillos. Duele ese olor, del coche de tu padre a cigarro, a tabaco, ese soniquete del fútbol, esa modorra que entraba cuando los sábados por la tarde volvíamos de Burgos con una bandeja de chevaliers. Duele no poder volver a sentir morirte de amor porque te hayas pirado una clase para estar con tu novio y el rubor de la cara y la hinchazón de los labios te dure todo el fin de semana de lo feliz que has sido. Incluso se llega a tener nostalgia de lo que se sufrió en el pasado.
Muchas veces, me siento frente a mí misma y me hablo, me digo ¡¡quien te iba a decir a ti!!, me acarició el pelo y me ofrezco mi propio hombro para llorar de nostalgia. Ya no puedo volver a mi niñez, ni a mi juventud. De los 30 años no tengo nostalgia, será pronto aún. Tengo nostalgia de mis primeros pasos, traspiés y elevaciones al cielo en el amor, de mis juegos y mis juguetes (por eso sigo teniendo las Nancys, porque soy incapaz de renunciar a mi infancia), de mi adolescencia y de mi infancia.
La nostalgia llegó esta semana de una forma rara y divertida. Escuchando una canción de Fiordaliso: Yo no te pido la luna. Aunque a mí, la que me venía mejor, la que cantaba desgañitándome sordamente, con mi walkman puesto, encerrada en el baño de mi casa, era ésta:
Jo, qué razón llevas.... Esta semana han tirado la casa de mis abuelos y prefiero no pensarlo porque la idea de no volver a entrar allí, de haber perdido el lugar de tantos y tantos recuerdos, tantas cosas, me paraliza... Aún no me hago a la idea y no dejo de recordar como las tardes de domingo de invierno entraba allí y al ver la luz saliendo del comedor donde estaban mis abuelos viendo la tele al calor de la lumbre me entraba una sensación de haber llegado a casa, de protección que ya no volveré a tener...
ResponderEliminarEn fin... :S
Yo no debería ponerme a pensar en cosas de nostalgia, porque ya sabes que yo soy nostálgica de fábrica, nací con ese extra. xDDDD
ResponderEliminarAbrazos para mi Perri <3
Que razón tienes,yo también hecho de menos de vez en cuando,cuando era niña y me ponía a jugar con mis muñecas sin preocupación ninguna y ahora tengo que buscar tiempo para todo. Pero bueno hay que pensar en positivo.
ResponderEliminarÁnimo!! :)
Te entiendo muy bien porque hay ocasiones en que soy nostálgica de más
ResponderEliminar