Huyendo del dolor ajeno


¿De verdad es tan sencillo como que si estás mal un día de pronto decir, ¡ale que tengo que tirar 
p´alante...que yo así no me puedo quedar, que tengo que salir de esta, que en esta vida de todo se sale y plis-plas! 
¿De verdad hay gente que tiene esa fortaleza? Pues no se si decir que me alegro por ellos o que me compadezco. 

No soportamos estar al lado de gente que lo pasa mal. La gente que sufre nos incomoda, nos fastidia, nos traslada sus problemas y nosotros no queremos eso. Somos capaces de consolar a alguien un rato, en un momento puntual, cuando el dolor está en su grado máximo o cuando acaba de producirse, pero transcurrido un tiempo lo único que sabemos decirle a esa persona es ¡ánimo! ¡que la vida sigue! Pero de ponernos en su sitio, de pensar cómo estaríamos nosotros en una circunstancia parecida ¡ni hablar! _

Si una persona sufre, la huimos. Cambiamos la conversación o recurrimos al tópico y al consuelo fácil. Sin darnos cuenta muchas veces de que ese dolor, esa tristeza ajena nos estorba a nosotros. Es un fastidio que un día que tú estás de lunes, a lo tuyo, venga una amiga a decirte que está triste porque hace 24 años que murió su padre y este año le está dando por recordarlo muchísimo. Y nuestro consuelo como amigas, en vez de decirle que se desahogue si lo necesita, que hable de ello, que aquí estamos para poner un hombro, dos, tres...¿es simplemente ánimo y hay que tirar p'alante? es un absurdo de todo se sale en esta vida...
Me parece triste. De verdad.

Nos cuesta mucho desarrollar esa empatía. Mucho más con gente depresiva. Es cierto que la gente que sufre, a veces nos quita energía, pero a veces simplemente el escuchar es tan terapeútico para la la otra persona que sin saberlo le estamos ayudando. Total, nosotros podemos ponernos en su lugar un momento, pero luego nos olvidamos. Luego nuestros quehaceres simples y cotidianos se imponen y ese dolor no nos afecta en absoluto. 

Tal vez sea también cuestión de que no sabemos qué decir. A mi me ha pasado, que ante el dolor ajeno, me he quedado paralizada, porque no encuentro las palabras, no se me ocurre nada que pueda consolar al otro y opto por no decir nada o digo algo vacío. 

La verdad es que cuando estás en el otro lado, y dependiendo de lo que te pase imagino, no le das mucha  importancia a esto. Generalmente porque tu mente está en otro estado, no tiene importancia que alguien no se acuerde de tí, al menos no eres muy consciente de ello. Aunque sí que agradeces a quién tiene una palabra amable, a quién intenta ayudarte o simplemente está ahí. Cuando todo pasa, sí que piensas a veces en la gente que no ha estado. Sueles disculparles pensando "no han sabido estar, no pasa nada". Pero sí pasa. Pasa que si alguien te quiere, o se llama amigo y no está a tu lado, sin que tú tengas que decir ¡ven! deja mucho que desear. O eso es lo que pienso hoy que tengo todas las hormonas revueltas.

Luego hay malestares y malestares. Somos muy capaces de apoyar y arropar a alguien que esté pasando un duelo. Sabemos lo que hay que hacer y lo hacemos. Nos cuesta más cuando alguien sufre una enfermedad, sobre todo si es larga, complicada, si hay que estar permanentemente pendiente. Con las enfermedades mentales directamente no lo comprendemos. Pensamos que la gente se deprime porque quiere. Nos fastidia que no hagan nada por salir del pozo en el que se ven sumidos. Si alguien pasa por un mal momento personal: trabajo, dinero, amor...toleramos un tiempo de malestar, pero si la cosa se alarga nos aburrimos de consolar.
Incluso podemos pasar de compadecer a alguien, a criticarlo. De pensar pobrecito que lo ha engañado su mujer a mira tú que sinvergüenza que se va al cine y se lo pasa bien con la que tiene encima.

Yo soy la primera que entono el mea culpa, se que ha habido circunstancias en las que no he sabido estar. Momentos en los que otros han sufrido en los que he preferido callar, en los que no he estado a la altura. Ahora, cuando alguien lo está pasando mal mi regla de oro para saber qué hacer es: COMPORTARME COMO A MI ME GUSTARÍA QUE SE COMPORTASEN CONMIGO. 

Empatía pura.





4 comentarios:

  1. Comparto y entiendo lo que dices, pero hay circunstancias y circunstancias. En cualquier caso, tengo que darte la razón de que, en lo que atañe a las emociones, somos bastante ineptos. No sabemos estar muchas veces. Esto es así.

    ResponderEliminar
  2. Coincido con Bettie, lo malo de estas cosas es que es muy difícil diferenciar entre quien de verdad necesitaría tu ayuda y quien es simplemente un vampiro emocional, con cero empatía, que se cree el centro del universo, porque gente de esa hay, créeme, a montones, y como te sitúen en su radio de acción, pueden amargarte la existencia con sus constantes llamadas de atención. Es complicado, ya te digo. Pero vamos, yo también soy de las que me bloqueo en funerales a la hora de dar el pésame. No sé qué decir porque todo me suena manido e inútil.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Se a lo que os referís y es totalmente horrible y cansino encontrarse con gente así. Pero no, no hablaba de eso, aunque quizá puede dar lugar a confusión. Me refería mas bien a lo que puntualiza Bettie de que somos bastante ineptos emocionalmente.

      Eliminar
  3. Yo creo que pasan dos cosas: una, que nos falta empatía muchísimas veces y otra, que hay gente con la que no puedes empatizar porque no se dejan.

    Yo soy de las que cuando sé que alguien lo está pasando mal lo animo a que exprese sus sentimientos, estoy muy a favor de las lágrimas pero no de la autocompasión, es algo raro que no sé explicar.

    Hace poco le ponía un ejemplo a una persona cercana a mí: te duele un pie porque te ha caído una viga encima. La solución no es aliviar el dolor, la solución es quitar la viga de encima, no vale que te quejes continuamente del dolor si no haces nada por aliviarlo

    ResponderEliminar

Ahora me encantaría saber qué piensas tú