Lo dicen otros y yo lo suscribo: Sobre el p(u)ortero y la cantante

¿Por qué se cuestiona a Edurne y no a De Gea?

Lo ha dicho Yolanda Domínguez Artista visual y activista en The Huffington Post. 

Ir a la fuente. http://m.huffpost.com/es/entry/10636102



¿Imaginan una rueda de reconocimiento policial en la que en lugar de situar en la pared al culpable de los hechos colocaran a su pareja? Pues eso mismo es lo que está haciendo la prensa española con Edurne, novia del futbolista De Gea, a la que no dejan de acosar, perseguir y humillar públicamente desde que saliera a la luz el escándalo sexual en el que el portero está implicado.

Comprueben ustedes mismos. Buscando “Edurne” en Google aparecen cientos de titulares humillantes en la última semana: “se rompe”, “destrozada”, “hundida”... Tecleando “De Gea” podemos encontrar, entre alguno que hace referencia al caso Torbe, otros tantos que hablan de su labor profesional, su capacidad de superación y sus vacaciones de verano.

Bastante indignante resulta ver cómo un deportista involucrado en un caso de violencia y abuso a mujeres es vitoreado y aplaudido por millones de personas en la Eurocopa, como para soportar que la prensa dirija sus dardos hacia a otra mujer, su pareja, a los que hay que sumar cientos de insultos en redes sociales que la llaman “cornuda de España”.

¿Pero es que nos hemos vuelto todos locos? El sujeto de los hechos campa a sus anchas por los campos de fútbol de medio mundo celebrando veranos azules con barbacoas y bucólicos paseos mientras su novia tiene que recluirse en casa porque hay cinco coches con fotógrafos vigilando cada uno de sus movimientos. El sujeto de los hechos puede seguir trabajando sin dar la más mínima explicación, pero a su pareja se le exige que rompa el silencio, que dé la cara y que esté a su lado apoyándole “cuando más lo necesita”. Que la prensa de este país y los millones de aficionados no cuestionen la integridad de este abanderado del deporte español y se esté haciendo escarnio público a su pareja denota un nivel de machismo merecedor de tarjeta roja directa y diez partidos de sanción.



Parece que De Gea, a quien el periódico El Mundo tiene el cuajo de representar con los brazos arriba en señal de victoria, cumple todas las expectativas del macho alfa: ser un campeón, ganar mucho dinero y tirarse a todas las tías que le plazca, porque puede pagarlas y además invitar a sus amigos. ¿Qué hay violencia por medio? No pasa nada, porque esto refuerza su virilidad. Además, como declara en su Twitter y El Mundo también publica (le debe parecer una actitud encomiable la de este portero) las críticas le “motivan a seguir luchando”. ¡Bravo, cuánta lírica y cuánta grandeza! Me comentan que ya está llegando la estatua que han encargado los de redacción de El Mundo. Pero Edurne (porque Edurne es una mujer y a las mujeres no se les llama por el apellido sino por el nombre que es más coloquial) es una mala persona porque no ha hecho acto de presencia en el día de las familias de La Roja. ¿Perdona?, ¿de verdad estamos leyendo esto en el mismo periódico el mismo día? Me pregunto si el tratamiento sería el mismo si la involucrada en el escándalo fuese una mujer, si también se lincharía a su novio y se cuestionaría su decencia como pareja. Miento, no me lo pregunto, la respuesta la tengo clara.

El silencio que blinda al portero tanto en medios, como por parte de la afición y de su propio entrenador pone los pelos de punta: “De Gea entrena con la selección sin problemas”, rotula el Marca junto con las declaraciones de Del Bosque (al que también se llama por su apellido porque es un hombre), que asegura que estar implicado en un caso de trata de personas es “una situación extraña que el deportista ha sabido asumir con normalidad” porque “ya es mayor, hace tiempo que pasó la pubertad”. No sabemos hasta qué punto el deportista es culpable. Lo que sí es innegable es que ha financiado a un delincuente pagando por el consumo de mujeres, que en sí mismo ya es un hecho despreciable. Igual de despreciable que el linchamiento mediático al que se está sometiendo a la cantante.

Como mujer y como persona no puedo dejar de denunciar esta situación, que me parece injusta, y advertir a la prensa y a los lectores que el foco está totalmente equivocado y que todos esos titulares humillantes hacia ella vivirán para siempre en Internet, mientras De Gea, el verdadero implicado en los hechos, pasará a la historia como el campeón que logró salir victorioso de una simple “situación extraña”.

Etiquetas

Qué etiquetas son peores, ¿las que nos ponen o las que nos ponemos?

La noche de San Juan quemé varias mías,  las que yo me he puesto:
#Fracasada
#Insignificante
#Paralizada #Miedosa
#Quejica
Las cambio por valiente. No soy insignificante, al revés, la gente que me conoce suele tenerme muy en cuenta porque sé escuchar, sé animar y buscar el lado positivo de las cosas. Sé aconsejar. Decidida, ese es mi objetivo, pero de momento me conformo con dejar de considerarme miedosa. Y no, no soy quejica, pero debo aprender a manifestar mis críticas o desacuerdos con menos vehemencia.

Todo a la hoguera. ¿Alguien más ha quemado algo en la Noche de San Juan?

              

       Perri M. Entradas desde mi móvil.


Yo no soy esa...

Tengo que fabricarme una nueva identidad. Me he dado cuenta estos últimos días, en los que he estado en contacto con gente humana, de que mi yo ha quedado totalmente eclipsado por estudiar oposiciones. De los 6 años y pico que llevo viviendo en Murcia, el estudio de oposiciones sólo me he llenado 2 cursos. O dos años. Y de esos 6 años sólo he trabajado 5 días. Pero hay personas que cada vez que me ven me preguntan por mis estudios. Y ¡yo no estoy estudiando! ¿Cuándo me fagocito esa estudiante aburrida y anodina? ¿En qué momento de mi vida he dejado de ser una mujer brillante, divertida, atractiva, interesante, activa para transformarme en la eterna estudiante de oposiciones? 
Siento que mi identidad es falsa. No me reconozco en esa imagen que los demás me proyectan de mí misma. Yo ya no estoy estudiando. Es más, ni siquiera creo que vuelva a hacerlo. Tengo que cambiar esto. 
Las personas que me preguntan por ese estado y repiten siempre la cansina preguntita: ¿qué tal llevas las oposiciones? deben quedarse un poco descolocadas cuando les miro con cara como si me hubiesen preguntado: ¿Te has operado de la vagina últimamente?
Debo reconocer que me fastidia un poco más, si cabe, porque esta gente, la misma siempre, me lleva preguntando por las oposiciones desde que me conocen, es decir desde el año 2010 en el que efectivamente la menda se preparó sus primeras oposiciones (de dos) con el ánimo a tope de power (qué horror de expresión) y quizá eso se les ha quedado a algunos clavado. 
Curiosamente la insistencia murciana con este tema es directamente proporcional al pasotismo burgalés de mis AmigosDeTodaLaVida con este tema. Creo que si en 6 años me han preguntado 4 veces por mis estudios ya es mucho. 
Y en ambos casos la verdad es que molesta o duele, o pica. Pero creo que la culpa es mía, sólo mía que proyecto una imagen de mí misma muy poco real. De puro discreta que quiero ser, paso a ser anodina o mejor dicho: no apta. 

No apta porque tanto para unos como para otros mi vida termina siendo la de una tía que se pasa el día estudiando, pero que no logra nada, o la de una tía que no sirve para lo que se propuso porque ahí está sin hacer nada. 

Y la culpa es mía.
La semana pasada vi una película, una comedia americana sin mayor trascendencia, de domingo por la tarde y sofá, pero que me inspiró y me hizo reflexionar que soy uno de esos tipos de personas que no sólo no valoran en absoluto sus logros, por muy pequeños o grandes que sean, sino que los esconden, los intentan camuflar, como si nos diera apuro o fuera de mal gusto presumir un poco de nosotros mismos. Yo no valoro lo mío y soy de las que ensalzo al resto. Me dejo hacer sombra. En fin que he sido de las que su (ex)novio se enrolló con varias amigas del alma y ahí sigo, sin haber dicho jamás nada, ¿no es un poco patético? 

Viendo esta película me hice el firme propósito de dejar esa Raquel atrás, no Perri, porque Perri es mi alter ego. De dejar de verme como la perdedora, como la pobrecita, como la que no va a conseguir lo que se propone porque no se propone nunca nada, como la que da un paso atrás para no frenar a los demás, como el patito feo...Se acabó. ¡Se acabó! 


No, yo ya no estoy estudiando. Hace tiempo que no lo hago, al menos no a tiempo completo ni es mi actividad principal. Estoy buscando trabajo y mientras he hecho muchas cosas: un máster, otras oposiciones, mucha literatura, mucha lengua,  me he formado como profesora de español, escribo un blog, he vuelto a la universidad, he intentado hacer el doctorado (y es uno de mis proyectos futuribles porque he descubierto que me encanta teorizar e irme por las ramas), he coordinado un programa de voluntariado, he publicado artículos y colaborado en un libro,  he hecho bastantes cursos de emprendimiento, de empresa digital, de comunicación digital, redes sociales, una puesta a punto en todo esto del mundo on line enfocado a la empresa. Ahora mismo estoy creando la tienda on line de la empresa de mi marido. En fin, que estudiar lo tengo abandonado y no sé cuándo habrá oposiciones de nuevo, pero intuyo que no voy a dedicarme a tiempo completo, de nuevo, a ellas. No tengo edad, no tengo tiempo, no tengo ganas.

Y así, poco a poco tengo que ir cambiando mi imagen. De momento voy a empezar por aquí a ver si alguien se anima y me orienta un poco, o me dais alguna idea de cómo hacer eso tan difícil para mí de dejar de ser INVISIBLE Y BRILLAR. Porque lo que sí sé es que tengo cualidades y aptitudes para hacerlo, sólo que no sé cómo demostrarlo.





Se busca el bikini perfecto

Reconozco que tengo una fantasía: tener un montón de bikinis a cada cual más molón y alguno que derroche glamour junto con el bikini que me hace verme perfecta y comemundos. 

Pero la realidad es: 

Tengo varios bikinis de los que de unos me está pequeña la parte arriba y de otros la de abajo, lo que provoca que vaya a la playa/piscina con mezclas tan inverosímiles como una braga verde con un sujetador de florecillas blancas sobre fondo azul. Otro me está pequeño desde el día que me lo compré, pero me encantó y cada verano repito la misma operación: Abro mi cajón de bikinis y lo veo y digo ¡Ala no me acordaba de este bikini y lo chulo que es! me lo pongo y compruebo que voy incómoda, o sea que es bonito pero poco práctico y si además pareces un poco butifarra pues ya le quitas toda la gracia. 
Es un bikini muy mono, sí....pero para estar guardado en el cajón. 

Tengo el que al final me pongo siempre, el negro, sufrido y discreto, pero que empieza a estar un poco dado de sí de tanto uso. Y no es un bikini de conjunto, primero cayó la braguita y luego la parte de arriba, es un bikini Destripador, como Jack, por aquello de vayamos por partes. Por cierto que necesito una parte de abajo porque el verano pasado acabé con la que tenía, de hecho ahora mismo estoy llevando el sujetador negro con una parte de abajo roja que no sé ni de dónde ha salido. 

También tengo un bañador, de mi época "este año me siento gorda tiro de bañador", pero que aquí, en Murcia, no puedo soportar llevar porque sería como ir con abrigo a la playa y además, que no sé por qué lo conservo si tiene los aros rotos y los tirantes secos, de esos que la lycra se ha ido deshaciendo y ahora está dura. 
Resumiendo: un bikini todoterreno incompleto,  una parte de arriba en la que me cabe todo el mogollón y que combino con partes de abajo incombinables, un bañador viejo, roto, que me está pequeño y que me recuerda que hace años era una persona mutonta pues claramente estaba más delgada que ahora pero yo me consideraba gorda.

Así que estoy en plena campaña compra bikini 2016. Ya os digo que quisiera uno de esos que veo en las playas o piscinas puestos a chicas, mujeres, que les hacen parecer unas tías elegantes y seguras de sí  mismas. Quiero un bikini que exprese que soy una tía feliz, que estoy de verano, disfrutando de todo mi tiempo libre, ese que la gente tanto ansía y del que yo, afortunadamente, ando sobrada. Un bikini que diga: tengo 43 años y me siento mejor que nunca (aunque sea mentira). El bikini que me haga sentir realizada, contenta, segura de mí misma (aunque sea mentira). Un bikini que no me quiera quitar nunca, de esos que sólo con ponerte un pareo o un vestido ultra fino encima te visten tan elegante como si fueras de boda. 
Eso quiero. 

¿Sabéis si eso lo venden? O mejor ¿me dedico este verano a matarme a hambre, no tomarme ni una caña, correr como si me persiguiera una fiera y ya, si eso, el próximo verano me pongo conjuntado alguno de los que tengo en el cajón y no me vale?