Bibiana, Irene, Mariano, Carlos, Maxim y un poco de París.

Yo no sé si me estoy volviendo lerda o qué. Ultimamente veo, leo, escucho la actualidad y lo que yo interpreto parece que no tiene nada que ver con lo que en realidad es. 
Por ejemplo me pasa con la política. Yo veo que Podemos ha adoptado la forma de casta rancia, que todo eso de las discrepancias en el seno del partido que son muy bien recibidas no significa nada más que...Serán muy bien recibidas pero si piensas diferente te puedes ir a la mierda. No sé, que digo yo, que lo de recibir bien las discrepancias está relacionado con dialogar, ¡qué dialogar! esta sobrevalorada esta maldita palabra que nos hace a todos controladores de ira perfectos, ¡discutir coño! debatir, intentar convencer al de enfrente de que tu postura es la mejor, o dejarte vencer y ser convencido. Pero no, en Podemos, al igual que en el resto de partidos de los que ellos tanto se diferencian, las discrepancias con el "jefe" se pagan con irse fuera.  Callar. Acatar.  No molestar. Don`t disturb y mucho menos ahora. 
Eso es lo que yo entiendo. Y nada  "de...de...discrepancias dentro del seno que son...que son...muy normales y bien recibidas pero que...que...hay una pérdida de confianza y eso...eso que" dice la señorita Irene Montero, la cual debería escucharse de vez en cuando y ya que es portavoz intentar corregir esa manía, muletilla de repetir palabras que personalmente me saca de quicio. 

El miércoles estuvo Bibiana Fernández (Bibi Andersen de mi infancia) en el programa de Bertín y estuve un ratito sufriéndola, ¡uff! que a mi esta mujer me gusta y me cae bien, pero es insufrible escucharle hablar un rato seguido. Es una ametralladora de la palabra. Yo creo que ni respiraba, y entra la rapidez, los aspavientos y luego todo ese discurso metafórico alegórico acerca de la transexualidad que se cascó, comparándose con un inmigrante y con un refugiado, que era ininteligible.  Sin embargo al mirar en twitter había mucha gente, la mayoría, alabando su sinceridad, su transparencia, su claridad...¿? Pues yo creo que, como siempre que la oído, fue más bien esquiva. ¿Hablo de la transexualidad? Pues si sabes que lo es, sí. Pero si alguien que no tiene ni idea de quién es esta mujer la escuchó,   no creo que se enterase de qué hablaba. Nunca me ha parecido Bibiana una mujer que sea ejemplo o icono en esto de la transexualidad, me refiero a ahora, actualmente. Me dijeron en twitter que en su momento lo fue, y entonces, años 70-80, decir esto era un mundo. También pienso que quizá ella no quiera pasarse la vida con el rollo de si antes era hombre, pero es que por otro lado pienso que la transexualidad es algo que se considera un desajuste genético, biológico y no una desviación sexual, hace menos de una década y en este caso y en un programa como el de ayer, yo esperaba de ella un poner las tetas encima de la mesa y hablar alto y claro. Decir cómo lo hizo ella en esos años tan difíciles, cómo se dio cuenta, qué sentía, qué piensa ahora, cómo se podría ayudar hoy en día a personas en esa situación, cómo han cambiado las cosas de entonces a hoy, qué ha mejorado, qué falta por superar... No sé, algo más que "yo me fui de casa a los 13 años para poder ser la mujer que soy hoy"  que es algo que puede decir hasta una monja de clausura. Ella es un icono y como tal creo que su apoyo y su experiencia suponen una ayuda inestimable. Que no dudo que lo pudo ser en los 70-80, me dicen que sí y tengo que creerlo. Ser transparente y no tener complejo es ser como Paco León, que de repente soltó aquello de: tenía novio yo, no ella. Y se quedó tan ancho. Eso es ser transparente. No todo el mundo es capaz de ser así, lo entiendo y lo respeto, yo misma no lo soy, pero me fastidia que le demos a alguien el premio a la transparencia cuando la opacidad es manifiesta. 

Dice Rajoy, ese gran hombre al que tuve la suerte de encontrarme cara a cara hace pocas semanas en un calle de Murcia, que él no tenía ni idea de lo que ocurría en Valencia. Y aquí, mi amigo exvotante del PP, o incluso votante en según que elecciones, le replica en la lejanía que por esa razón no puede ser presidente de nada, ni de la comunidad de vecinos: porque no se entera de nada, porque es, y esto lo dice otro, no yo, bobo, (a mí bobo se me queda corto e indecente también). Y digo yo, que lo de no enterarse no se lo cree ni Rita, porque lo de Valencia lo sabe hasta mi abuela que lleva enterrada ya casi 40 años. Que para lo de Valencia no hace falta ser muy listo. Pero vale, que si Rajoy no se enteraba de nada, entonces lo doy por tonto, como él mismo hace, claro. Yo es que no soy de considerar buena persona a alguien que está en la inopia. Para mí ser buena persona es otra cosa. 

Resulta que ahora hay como una moda de hablar de viajes y descalificar los lugares a los que siempre se ha ido, quiero decir, un postureo viajil que no sé de dónde sale, que parece que si vas a París y visitas la Torre Eiffel eres tonto de capirote y que si no visitas la banlieue (la periferia, el suburbio) de París, te pierdes lo mejor. De manera que te vas a hacer un viaje, por ejemplo a Japón, y no te salen más que experiencias de gente que ha ido en busca de lo notípico, de la esencia, del no sé qué japonés como si Japón no fuera ya suficientemente exótico y diferente en sí mismo y en todo su centro.


Tampoco me cae simpático Carlos Herrera, al que no comprendo en su acento, ora ceceo, ora seseo, ora mezclo seseo con ceceo, ora hablo "fino"...Y he observado que cuando quiere parecer "gracioso" es cuando le da al acento andaluztomezclau, pero cuando se pone serio se pasa a castellano casi de Bilbao. Me de algo de repelús este señor, por lo que le intuyo de "soy un pibón maduro" y por el " a mí ya nadie me dice lo que tengo qué hacer" y lo bien que me llego a caer este hombre. 


Y por último acabo con una de libros. Tras leer muchas y buenas críticas acerca de la narrativa de Maxim Huerta, decidí quitrarme prejuicios y lanzarme a leer algo suyo. Me decanté por La noche soñada, por aquello de que obtuvo un premio, el Primavera de Novela, que no sé quién lo otorga. Leas donde leas esta novela a la gente le ha parecido estupenda. Bueno, pues yo que no estoy por encima del bien y del mal en lecturas, ni mucho menos, no la he podido soportar. Ayer decidí que dejaba de leerla, que es aburrida, aburridísma, que se pasa en tiempo dando vueltas sobre la misma idea, no avanza nada. intuyo que todo en aras de saber si al final fue Justo el que mató o no a su padre, cosa que deja de interesarte en enseguida. Es una pesadez. Estuve incluso leyendo así por encima capítulos, para ver si la cosa se ponía mejor y nada. Igual pasé unas 100 páginas y era capaz de seguir el hilo. No falla la prosa, que no la tiene mala Maxim, escribe bien y no es un escritor plano. Pero creo que precisamente se pierde en el ornamento. Mucho circunloquio, mucha paja para no decir nada. Esta novela es un relato al que han tenido que añadir relleno, cual pavo, e igual que un pavo me ha resultado seca y difícil de tragar.

Pero ya digo que en todo esto yo leo y miro alrededor y veo que voy a contracorriente, o sea que igual soy yo que no acierto a interpretar la realidad. Nunca se sabe.



Independizarse no significa tener la vida resulta. (Parte II)

No recuerdo con exactitud a qué edad logré independizarme del todo, es decir vivir sola. Un piso entero para mí. Para vivirlo y para pagarlo sola. Creo que tendría 31 o 32 años. Seguramente 32. Después del piso nefasto me fui a vivir con una de las compañeras a un piso, las dos solas. Tuve mucha suerte y encontré, por pura casualidad un piso que me permitía ir andando al trabajo.

 El piso era pequeño, pequeño. Pero tenía 2 habitaciones. Un 4º (último piso) sin ascensor, sin calefacción, en el barrio de San Blas de Madrid, pero San Blas, puro, nada de Las Rosas ni pijeríos varios que se pusieron muy de moda. Yo vivía en pleno barrio de San Blas. Para quien no sea de Madrid es uno de los distritos más humildes, por decirlo de alguna manera, de la capital. Pero yo estaba feliz. Desde luego ir andando a currar era un premio.
El precio, a pesar de la humildad del piso, era de 560 euros entre dos. Cuando me quedé sola, mi casero estaba tan contento con nosotras que prefirió rebajarme el alquiler a 450 euros a quedarse sin inquilina pagadora. Estando aquí, pagando 450 euros, yo solita, me quedé en paro. Ganaría entorno a los 900 euros. Y ahorraba las pagas extras. Estuve en paro 5 meses, no fue mucho. Tuve suerte y me volvieron a llamar del mismo lugar de trabajo, pero seguía siendo un contrato temporal. No recuerdo el tiempo. De aquí al paro otro poco y me volvieron a llamar para una baja maternal. Esa vez sí que la suerte fue mejor, porque era una suplencia de una persona que tenía una categoría superior y por lo tanto empecé a ganar más, pero no mucho más,  la baja de maternidad la enganché con un compañero que se fue a otro lugar y ya me quedé yo con su puesto. En ese tiempo de paro-trabajo hacienda me pegó un palo de no te menees. Porque yo cobré paro y enganché con un trabajo. Por lo tanto y aunque no llegaba al mínimo para tener que hacer la declaración, tuve  2 pagadores un mismo año y eso obliga a hacerla. Me tocó pagar  900 euros. Mis ahorros los invertí en esto. Sí. Así que decidí que la siguiente paga extra me la gastaba en salir a ver mundo (mis compañeros vivían en casa de sus padres, la mayoría, y eso les permitió tener unos ahorros que yo jamás he tenido. Como teníamos horarios muy raros, y a veces llegábamos a librar 7 días seguidos, solían irse de viaje cada vez que podían y yo con dientes largos...nunca pude irme) y me fui de vacaciones ¡4 días! ¡qué derroche! a Roma. Hoy en día, casi cualquiera de esos jóvenes que ahora no se pueden independizar se ha recorrido media Europa. 

Total que mientras estuve en el paro, quizá dejé de salir, de comprarme caprichos...pero el alquiler siempre estuvo puntualmente pagado. Con eso conseguí que mi casero accediera a declarar esos ingresos y yo me lo pude ir desgravando. También me congeló el precio un tiempo y cuando parecía que no había marcha atrás y que ya mi alquiler iba a superar los 600 euros al mes, me busqué otro piso (en realidad era un bajo decorado con cierto gusto, una puta ratonera) que no superaba los 600 euros, pero mi casero se lo pensó y seguí con el precio congelado en 550 un añito más. En este momento yo tenía categoría profesional de técnico de primera y ganaba 1300 al mes. Más 2 pagas extras, más dinero que me podía sacar si me tocaba trabajar en festivos (no domingos) sólo los festivos nacionales cobrábamos un plus. Y Navidad y Nochevieja extra. 

Con la reforma laboral del PSOE, siendo ministro Caldera, ya no me podían enganchar más contratos temporales ni por obra, así que conseguí que me hicieran indefinida. ¡¡¡Yujuuuuu!!! eso sería allá por 2005. El contrato indefinido traía una serie de ventajas como disponer de un seguro médico privado, que a mi me vino muy bien, la verdad. De no haber sido por aquello quizá mi vida se hubiese complicado un poco en el futuro. 
En el año 2008 me compré un portátil (todavía lo tengo en perfecto estado de uso), ya había dado el paso de engancharme a internet con un viejo PC que heredé de mi hermano. El alquiler por supuesto, es sin gastos, a esos euros había que sumar luz, agua, internet. En luz gastaba mucho en invierno sobre todo, porque el piso no tenía calefacción y los calefactores que me ponía chupaban de lo lindo. Pero yo era feliz viviendo sola.
El portátil y una cámara de fotos analógica réflex fueron mis caprichos más caros. El dentista también se ha llevado buena tajada de mi paga. 

No he vivido mal, pero eso de viajar, de tener todo lo que quería (me he quedado con ganas de hacer muchos cursos)  no lo he conseguido ni siquiera ahora. Mucha gente me decía que me comprase una casa, que te daban el dinero que quisieras y yo que lanzada no soy, no me creía nada y además pensaba que eso era imposible. No me la compré. Y gracias a ello me pude largar a seguir mi vida por otro camino, a aprender cosas nuevas, a pasar de etapa, en el año 2009. No tenía en Madrid nada que me atase, y eso que llevaba allí 18 años, desde el domingo de octubre que llegué con mis padres a la residencia de estudiantes y que no paré de llorar cuando me dejaron sola en aquel sitio en el que para mí todo era demasiado nuevo. A los 36 años, con una indemnización pactada que no pasó de 8000 euros, me fui a vivir con un hombre por primera vez en mi vida. Mi marido actualmente. No tenemos hijos, ni los vamos a tener. Yo sigo sin trabajo y en este tiempo como yo digo he hecho la carrera de Filología Hispánica, dos oposiciones para el cuerpo de profesores, un máster, que me salió gratis por ser parada y licenciada, me he casado, he visitado New York y vuelvo a ser una persona dependiente, ahora de mi marido. Pero estoy donde quiero estar y he cumplido más de un sueño. 

Así que el otro día cuando escuché lo de la dificultad de la independencia no pude por menos que sacar el lado viejuno que hay en mí y decir eso de "en mi época"...pero es que independizarse no es tener la vida resuelta, sino aprender a resolvértela. En realidad es lanzarte al vacío.

Christian Gálvez, escritor. Pasapalabra.

El jueves tenía puesta la tele en Telecinco y estaba Pasapalabra. Antes de dar paso al momento del juego del rosco, el más importante del concurso, el presentador Christian Gálvez se pone serio y suelta una disertación acerca de SU LIBRO. 
Christian ha escrito su segunda novela, bueno quizá sea más cierto decir que publica su segunda novela y lo que vino a decir fue una especie de crítica, enconada y enojada, hacia aquellos que consideran que las novelas de ciertas personas hay que desprestigiarlas por el hecho de que lo haya escrito un presentador de televisión, y encima de telecinco, le falto decir.  Siempre desde la perspectiva del enfado con aquellos que no creen en su talento, dio las gracias a los lectores, de América sobre todo dijo, que han confiado en él y le han estado pidiendo una segunda parte de la novela. Y a mí, Cristian, me cabreaste. Y te voy a decir por qué. 

Porque Christian, creo que en vez de meterte con aquellos que no te consideran un erudito, con los que no confían para nada que un presentador pueda escribir algo medio decente, deberías pararte a pensar en la inmensa suerte que tienes simplemente por ser quién eres, trabajar dónde trabajas y ser conocido. Estoy más que segura de que ese halo de famoseo te ha evitado muchas, sino todas, las incovenciencias por las que cualquier persona, a la que como tú también le guste escribir, tiene que pasar para que una editorial se digne en leer su manuscrito, de publicarlo ya ni hablamos.  

Porque Christian, ni siquiera muchos escritores, tienen la posibilidad de vender su libro en medio de un programa de televisión. Y tú sí. Tú vas y paras tu programa y metes tu cuña de tulibro cual Umbral de la nueva era. Quedó un poco patético, que quieres que te diga. Ese os voy a hablar de mi libro, y no me digaís que será una porquería porque me cabreo. Pues vale. 

Porque Christian, de momento tú eres presentador. Por mucho que se diga, no es escritor cualquiera que escribe. Igual que no es fontanero cualquiera que cambia un grifo en su casa. Yo cambio el grifo, pero no monto una instalación de una calefacción estanca. Tú escribes, pero no eres escritor. Humildad muchacho. que la humildad no está reñida con la seguridad en uno mismo y en pelear por algo que te apasiona, pero humildad. 

En vez de dedicarte a los que no te van a leer, a los que hagas lo que hagas, digas lo que digas, escribas cómo escribas, nunca te van a leer y van a seguir pensando que te quedes en tu pasapalabra, en vez de lanzar soflamas encendidas a través de la tele, piensa en la suerte que tienes, que además de conseguir "colar" tu libro en una editorial, principalmente por el tirón que tiene tu nombre y luego si hay historia mejor que mejor, puedes promocionarlo cada tarde desde la ventana que es la tele, puedes hacer promoción, puedes en definitiva seguir escribiendo. Hay muchas, muchas personas que escriben de maravilla, (no yo, esto no es un alegato personal, nunca me he planteado escribir nada) que se esfuerzan, que tienen talento de escritores de verdad, de los que dejarían huella, que jamás van a tener esa oportunidad. Así que aguantaté un poco tu orgullo herido, hazte cargo de dónde trabajas, que la tele es adorada pero a la vez todos reconocemos que calidad-calidad no es, es ocio puro, es comida basura. 

Te deseo suerte con ese libro. Reconozco que el otro día navegando por mi librería digital vi un libro y tu nombre y pensé: ¡vaya este también ha escrito un libro! Chico, que quieres, si es que no hay presentador que no tenga ya SULIBRO. 


Perrisábado: Caldero con Oferplan y copa frente al Mar Menor

Yo soy de las que piensan que Murcia luce más y mejor en invierno que en verano. Hay un déficit importante en esta Región para potenciar el turismo nacional, interno, durante los meses que no son verano puro y duro, muy duro. 
El turismo de esas personas que visitan el Mar Menor en verano, para las que los 40 grados a la sombra no son impedimento, ni la aglomeración un estorbo, ni las medusas un asco que les impidan bañarse en un agua que a pesar de ser caldo de sopa habrá quién meta la punta del pie y diga eso de ¡Uahaaa está fresquita!, para mi gusto personal, es el peor reclamo de esta tierra. 

En invierno Murcia es lujo. 

Este sábado, como casi todos, no teníamos planes. Sólo era seguro que yo tenía que conducir y que debíamos hacer una reserva para Semana Santa en uno de nuestros restaurantes favoritos de Lopagán, el Club naútico, antiguo El hijo del Rubio. No queríamos comer allí así  que miré las ofertas del Oferplan. Oferplan es el Letbonus, el Groupon de la Región de Murcia. Ofertas de todo tipo: ocio, restaurantes, belleza...que empezó sacando en forma de cupones el periódico la Verdad de Murcia y a las que ahora se accede digitalmente. Nunca habíamos comprado ningún cupón, aunque suelo mirarlos a menudo pero me lo pienso demasiado, desconfío un poco y luego lo dejo en el olvido. Este sábado nos llamó la atención una oferta de menú, con caldero (arroz típico murciano [somos muy de arroz, sí]) por 14 euros por persona en el restaurante Porto Chico, en el puerto de San Pedro del Pinatar. 
Nosotros tenemos una historia muy chula con este restaurante pues es al que me llevó a comer El Murciano cuando yo vine por primera vez a Murcia y nos conocimos en persona tras un tiempo de vida virtual. Así que el recuerdo del lugar era inmejorable. Pero teníamos también una espinita clavada ya que hace unos años estaban unos amigos de Perripueblo por la zona, de vacaciones, quedamos con ellos, fuimos a comer aquí y fue un desastre de los de tierra trágame. Mala comida, mal servicio y caro de carísimo. El restaurante, que debió tener su época dorada, entró en barrena y parece ser que ya no era lo que fue. Cambió de dueños o gerentes...en fin, que posiblemente no supo pasar de ser un lugar de cierto postín a amoldarse a unas circunstancias económicas de una población en crisis. Y ahí quedo. Nosotros lo teníamos en nuestra lista negra, a pesar de nuestro recuerdo sentimental. Pero el sábado decidimos darle una oportunidad, total por 14 euros de menú, más lo que seguramente nosotros añadiríamos en bebida (sólo entraba una), merecía la pena. Y sin más preámbulos confirmo que fue un acierto. 

Merece la pena ir por ese precio. El caldero estaba estupendo. Y no es fácil convencer al Murciano con cualquier arroz. Es, incluso a veces, un auténtico tocapelotas del arroz. De hecho al verlo de primeras, servido en otras mesas, puso cara de no sé, no sé...Pero luego le encantó. Como dijo, íbamos con mucho escepticismo de lo que nos íbamos a encontrar y nos fuimos encantados. El resto de platos del menú son un hojaldre de setas y una ensalada. Ambos, sin tener nada especial, muy ricos, sobre todo la ensalada. El pan, bueno. ¡Ah! es que a a nosotros nos gusta fijarnos en la calidad del pan, dice mucho el pan. Y el ajo para acompañar el arroz, según mi chico, un poco potente, no apto para paladares o estómagos finos, como el caso del mío. 
En Murcia se acompaña el caldero con alioli, aquí llamado ajo. El Murciano ha exportado esta costumbre a Perritierra, pero yo he dejado de tomar así el arroz, no porque no esté rico, rico, sino porque mi estómago lo sufre y mi aliento también. Me paso horas hasta que elimino totalmente esa sensación ajil de la boca. No me compensa. 

Nosotros al final engrosamos un pelín la cuenta, no nos resistimos a pedirnos una ración de 100 gr de quisquilla, por cierto fresca, gordita, muy bien cocida y sabrosa, más nuestra botella de vino blanco y el postre. Con lo que terminamos sumando 25 euros más. Pero con el cupón de oferplan: el hojaldre, la ensalada, el caldero y los dos trozos de mujol (el pescado del que se saca el caldo para el arroz) y el café más una bebida, os aseguro que os quedaréis más que satisfechos. De caldero nos dio para repetir, lo hicimos más por gula que por hambre, pero repetimos. 

Merece la pena por varias razones: 
La principal porque está muy rico, bien cocinado y la materia prima es buena. 
El servicio es muy correcto. Atentos y diligentes. Nos encantó el detalle de que saliera el cocinero a saludar a cada una de las mesas y preguntar qué nos había parecido. 
El lugar, en un restaurante en pleno puerto, con los amplios ventanales a través de los que ves los barcos, el mar, el cielo azul murciano. Es un lugar luminoso, alegre, limpio, agradable. Y bonito. Por poner alguna pega simplemente diría que quizá la música ambiente podría estar un pelín más baja, pero vamos que eso por poner algún pero. 

Yo llamé antes de comprar el cupón, para asegurarme de que me lo cogerían ese mismo día. No tuve ningún problema, me cogieron reserva y luego me compré el cupón. Has de llevarlo impreso, aunque si no puedes imprimirlo pregúntales al hacer la reserva, porque quizá con las claves te valga. 
Si no queréis a comer, también tienen bar, con su barra y mesas o terraza, para tomar el aperitivo o comer más informalmente, por 7 euros una ración de quisquilla cocida, por ejemplo. 

Vista del restaurante desde fuera


Tras la comida nos fuimos a tomar una copita en el que ya es nuestro lugar fetiche del Mar Menor. El Tela Beach, en Lopagán. Dsifrutar de unas vistas del Mar Menor como éstas, mientras te comas una copa o lo que más te apetezca, para mí es un lujazo. Y lo que vengo diciendo, lo mejor de Murcia no está en el verano. 
Vistas del Mar Menor en diciembre.





Estas fotos son de diciembre, desde el Tela. No me digáis que no apetece. 








Acabamos la tarde en otro de los lugares que más nos gustan, The Corner, en San Pedro del Pinatar, pero en realidad en la Torre de la Horadada. Un pub en el que disfrutar de unas cervezas con una de la mejor música que últimamente yo he escuchado en ningún local. Por la tarde las cervezas y por la noche para bailar de verdad, con ganas, o para quedarte pillado viendo los vídeos musicales de esos temas que todos reconocemos, pop rock de los 70, 80, 90...¡genial la selección del Corner! Es un pub que ya tiene muchísima solera y no es ningún descubrimiento. Durante todo el año realizan conciertos de grupos, generalmente tributos, los martes y jueves. Para nosotros es un sitio imprescindible tanto en verano como en invierno. No tiene las vistas del Tela, pero la música merece la pena. 


Por cierto, lo de conducir al final fue un fracaso. Ya escribiré sobre ello, pero una elección desacertada de zapatos y pantalones ajustados, fue el detonante de una conducción tan estresante que acabó saliéndome una calentura en la boca. :( 

Independizarse no significa tener la vida resulta. (Parte I)

A los 43 años una ya se siente con cierta autoridad para contar batallitas y decir según qué cosas, por muy políticamente incorrectas que suenen (por ejemplo que Mario Vaquerizo es un plasta insoportable...lo dejaré para otro post). Estos días me he tropezado en diferentes medios con la noticia, reseña de actualidad, de lo mal que lo tienen los jóvenes actualmente para independizarse. Y, perdonadme los jóvenes, pero me ha dado por despotricar, así un poco.

Habla la abuela cebolleta. ¿Qué significa independizarse?
Independizarme como irme de mi casa, lo hice a los 18 años. Como decían en la radio el otro día, los que somos de pueblo y queríamos estudiar tuvimos esa ventaja. Y yo lo hice a lo grande, cual Paco Martínez Soria: del pueblo a Madrid. Yo no lo sabía, pero allí me iba a quedar hasta los 36 añitos. 

A los 24 acabé la carrera, en junio además. Ese verano trabajé, gratis, becaria, en una radio en Burgos y después de muchas dudas volví y me quedé a vivir en Madrid. 

 Madrid a finales de los 90 desde luego barato no era, pero claro, en mi independencia iba también mi sacrificio. Lo primero trabajar. Porque no podía soportar seguir siendo una carga para mi familia. No, para mí tampoco fue fácil encontrar trabajo. Ese año todavía estuve viviendo de mi padre hasta junio.  De hecho mi primer curro,de más de un día, fue de teleoperadora, vendiendo apéndices de una enciclopedia de Lengua y Literatura de Espasa. En una empresa, Sitel, en la que todas las tardes echaban a uno de los 20 compañeros que trabajábamos en esa campaña. Los que no habían logrado ninguna venta esa tarde ¡fuera! De fácil nada. Y todo para ganar 25.000 pesetas si llegaba. Que me sirvieron para mis gastos del verano.

Después del verano enganché varias campañas de teleoperadora, nunca seguidas, nada de trabajo fijo ni parecido. 
No os vayáis a pensar que yo era la única licenciada en este trabajo, ¡una gran mayoría de mis compañeros eran personas con carrera! Pues bien en esta época yo ya vivía independizada (es decir no dependía económicamente de mi padre) pero había pasado casi un año desde que acabé la carrera. 
Entonces seguía en el mismo piso compartido en el que estuve de estudiante, casi con las mismas personas. No sólo compartía piso, también compartía la habitación, con mi hermana, por lo que vivir en Madrid, en el barrio de Delicias, me costaba 16.000 pesetas al mes (eran pesetas, ya digo que tengo autoridad para hablar de batallitas). Por supuesto no tenía móvil (ni existían), ni ordenador, ni cadena de música; un simple walkman todo lo más; ni tele para mí sola, ni llevaba la ropa de marca...Ni por supuesto viajaba a ningún lugar. Pero vivía por mi cuenta y no recuerdo que viviese mal. Simplemente no necesitaba nada más o me amoldaba a lo que tenía o lo más importante: valoraba lo que cuestan las cosas. 

De aquel trabajo enganché con uno que al menos tenía más pinta de continuidad, pero que seguía sin tener absolutamente nada que ver con la carrera que yo estudié. Mi sueldo no iba a ser para tirar cohetes, no sé si eran 60.000 pesetas. No recuerdo ni si llegaba a eso. Seguí en mi piso compartido. Y en las mismas condiciones que os cuento. Nada de excesos, nada de viajes, nada de poder comprarme nada...en fin...de ahorrar ya ni os hablo. En este trabajo que era para la empresa Amena, estábamos contratados a través de otra empresa (una especie de ETT) y el salario era irrisorio. Pero aquí fue dónde yo aprendí a trabajar de verdad. Y recuerdo esta etapa con mucho cariño. Mi trabajo era de administrativa, un poco largo de explicar porque hice muchas cosas y llegué a tener cierta responsabilidad pero gracias a una puñalada trapera de unas compañeras me quedé sin ser contratada directamente por Amena, cosa que a la larga fue una suerte. 

De este pasé a otro trabajo, que sí estaba relacionado con mi carrera, para lo que renuncié a mi finiquito en Amena, después de 2 años trabajando me fui sin lo poco que me hubiese correspondido. En el nuevo trabajo me dijeron un viernes que debía empezar el lunes, a mí me pareció una oportunidad y además iba a cobrar casi 120.000 pesetas, cosa que sólo lograba en mi otro trabajo si hacía horas de voluntaria los fines de semana. Así que lo dejé y fue entonces cuando tuve mi primer móvil: mis compañeros me regalaron uno de prepago, el mejor que entonces tenía Amena (como si hoy me regalaran un Iphone), de regalo de despedida. Mi primer móvil: 27 años.

A todo esto yo seguía compartiendo casa y habitación. 16.000 pesetas mes + gastos.

En este trabajo duré poco más de dos meses pues estando allí me surgió la oportunidad de hacer una beca en una empresa del sector audiovisual que según me comentaron era de las mejores. Dudé muchísimo, porque la beca, no remunerada me impedía poder compaginarla con mi trabajo.  El caso es que hacer la beca no garantizaba entrar a trabajar, pero yo pensé que sí y lo dejé todo de nuevo. En este tiempo yo tenía ya derecho a paro, y viví de eso de septiembre a diciembre. Al final tuve suerte y me contrataron. En la super empresa, a trabajar en lo mío ¡ahora sí que sí! en algo raro, en algo para lo que había que especializarse. Y me daba igual empezar de auxiliar y no llegar a las 100.000 pesetas mientras tenía compañeros que rondaban las 250.000. Total que aquí me quedé. 

Un verano el grupito del piso compartido se rompió porque cada una decidió irse a vivir con sus respectivos (tener novio o pareja era un plus muy importante para independizarte del piso compartido, dos sueldos siempre son mejor que uno) y yo, ilusa, decidí que me iba a buscar algo para mí sola porque a estas alturas estaba deseando vivir sola.  Me lo pedía el cuerpo.
En aquel tiempo, en Madrid, el cuchitril mas asqueroso no bajaba de los 600 euros. Si ganaba poco más de 800...¡no me salían las cuentas! y tuve que irme de nuevo de piso compartido, pero esta vez con gente a la que no conocía de nada. No fue fácil. Y lo pasé mal. Me costó muchísimo adaptarme. A todo, porque también cambié de barrio. A uno ya nada céntrico como Delicias. A cambio tenía una habitación para mí sola, con cama grande y un baño también para mi solita. Eso era entonces lo más parecido a la independencia para mí. Pero viví con gente muy rara, casi llegué a desquiciarme. 
Y sigo sin ningún extra en mi haber, solo mi móvil. Ni ordenador, ni internet...nada de nada. Bueno, sí, esas navidades me tocó ¡una tele! en Caja Madrid. El complemento ideal para mi habitación y para que mi independencia pareciese mayor. A costa de vivir en una habitación, claro. Pero para mí eso era genial y la verdad es que en mi trabajo tuve la suerte de tener estupendos compañeros, me gustaba lo que hacía y cuando me saturaba me iba al pueblo. No salía mucho por la capital, pero vivía bien y era feliz. 

En este trabajo tan chachi, en una empresa tan molona en la que trabajé para Disney Channel y Vía Digital tenía un cantrato por obra. Trabajaba a turnos: mañana, tarde y noche. Los 365 días del año. Podía trabajar 6 días, librar 2...Luego estuve una época en la que gracias a ser de las que menos cobraban, tampoco trabajaba fines de semana ni en turnos. Luego hice turnos en los que podía llegar a librar hasta 7 días seguidos. Hice turnos con guardias, en los que libraba pero me podían llamar para ir a trabajar...Al principio  todo por menos de 900 euros porque yo era auxiliar. En fin, un día nos plantamos las 4 auxiliares y exigimos una subida de sueldo. Ahí empecé a enterarme de lo que es pelear por lo tuyo....

Continuará.